La Pequeña Novia del Sr. Mu romance Capítulo 1433

Arianne y Mark se echaron a reír. Los dos se tomaron de la mano y bajaron las escaleras de regreso a su almuerzo.

Sentir su mano en la de ella llenaba a Arianne con una inmensa sensación de seguridad y un deseo de unir sus dedos con los de él para siempre, para nunca separarse. Le encantaba el olor que provenian de él. Le encantaba el calor que se extendía en su mano desde la palma de él. Le encantaba cómo su ser más cálido, gentil y amable siempre estaba reservado solo para ella.

Amaba todo sobre él; lo bueno, lo malo, todo.

Después de la comida, la familia se relajó en su jardín, aunque Mark estaba ocupado haciendo llamadas. A ver por el contenido de sus conversaciones, Arianne suponía que todas estaban relacionadas con el trabajo.

Una parte de ella observaba a Smore mientras él jugaba con su deslizadora, pero la mayor parte de su atención estaba en Mark. Desde su regreso, Arianne se dio cuenta de que sus ojos siempre se desviarían hacia su rostro si tuviera la oportunidad. Sus gestos, movimientos, todas sus expresiones nunca dejaban de cautivarla. Era como si hubiera una cualidad perpetua en él que le impedía a Arianne aburrirse de mirarlo.

Arianne había pensado que como él estaba en sus llamadas, Mark había ignorado las miradas pegajosas de Arianne. Sin embargo, diferente a lo que esperaba, lo primero que hizo Mark fue volverse hacia ella y decirle: "Muy bien, ¿por qué te la pasas mirándome así? ¡Me miraste durante toda la media hora de mi conversación! ¿Hay algo en mi cara?".

Dos rubores rojizos luminiscentes tiñeron sus mejillas mientras Arianne miraba hacia otro lado. “Uh, n-no. Acabo, eh, notaba que tu atuendo de hoy te queda muy bien. Tu cabello también; um, pareces varios años más joven de lo que eres...".

Mark estaba desconcertado. “Pero siempre he usado mis camisas de esta manera. Y mi cabello ha crecido un poco más, supongo. Simplemente no me he molestado en peinarlo porque no voy a trabajar... Hmm, tal vez debería ir a arreglarlo en algún momento".

Él estaba en lo correcto; su cabello se había vuelto más largo. Por lo general, lo mantenía limpio y ordenado sin un mechón fuera de lugar, por lo que él parecía maduro y sabio más allá de su edad. Hoy, sin embargo, Mark se había soltado el cabello sobre la frente, lo que permitía que sus flequillos lo hicieran lucir mucho más joven. Algunas de las hebras incluso llegaban hasta sus ojos, que solo atribuían una profundidad atrapante en sus pupilas.

Dios, él tenía el aspecto del primer amor de una adolescente. Y ese era precisamente el tipo de aura que Arianne encontraba irresistible.

Los rayos de luz del sol sobrevivieron al dosel de desecho verde cuando pequeños fragmentos dorados se esparcieron por toda la nariz cincelada de Mark. La luz aturdió a Arianne a un vago recuerdo de la primera vez que llegó al Chalet de Tremont. Ella había mirado a Mark e inmediatamente asumió que era un ángel.