La Pequeña Novia del Sr. Mu romance Capítulo 1460

Aery se apoyó en la cabecera de la cama y protestó. “¿Qué estás haciendo? Me duele la pierna. ¿No puedes ser amable? ¿Soy tu hija?”.

“¡Si trabajas con un extraño, no eres hija mía!”, Helen espetó fríamente, “Contéstame, ¿le diste dinero a tu papá?”.

Aery desvió la mirada. “N-no… ¿Por qué preguntas? No le hablé en absoluto. No nos hemos visto desde hace mucho tiempo, ¿cómo puedo darle dinero? ¿Quieres calmarte?”.

Helen se negó a creerlo. Sacó la billetera de Aery. “Tu tarjeta. Todo lo que necesito hacer es verificar tu cuenta y lo sabré. Será mejor que lo reconsideres. ¿Vas a ser sincera o quieres que revise tus cuentas antes de que me encargue de ti?”.

Aery instantáneamente pareció un globo desinflado. “Fu… fui yo. Sí, le di dinero. Me compadecí de él, ¿de acuerdo? Acaba de salir de la cárcel y no tiene dinero para comida. Solo le di el dinero que me das habitualmente para mis gastos y mesadas diarias. Ahorré el dinero, tengo derecho a gastarlo como quiera, ¿no es así? Sigue siendo mi padre, al final del día. Él me crió cuando yo era una niña, lo cuidaré en su vejez. El gran rencor entre ustedes dos no tiene nada que ver conmigo. No puedo abandonarlo. ¿Tienes que estar enojada conmigo por eso?”.

El pecho de Helen se agitó, estaba furiosa. “¿No te dije que no tienes permitido hablar con él? Si quieres estar con tu padre, ¡aléjate de mí! Sabías lo que había estado haciendo tu padre y le diste dinero de todos modos. ¿Qué significa esto? ¿Ayudar en secreto a un extraño? Vete, ahora. Ve con él. ¡Ya no me preocuparé por ti!”.

“Mamá, por favor no te enojes”, dijo Aery miserablemente, “dejaré de darle dinero de ahora en adelante. Siento lástima por él ya que está solo. No volverá a suceder. Estamos en la casa de Arianne, por favor no discutas conmigo. Les dejará una mala impresión”.

Helen abofeteó repentinamente la cara de Aery. “¡Cállate! No quieres dejar el Chalet de Tremont, ¿no es así? ¡Nos vamos mañana incluso si pudieras terminar convirtiéndote en una lisiada! De ahora en adelante, tú y yo nunca pondremos un pie en el Chalet de Tremont. Será mejor que recuerdes bien eso”.

La bofetada sorprendió a Aery. Le tomó un tiempo recuperar sus sentidos. Miró a Helen con lágrimas en los ojos. “No quiero vivir fuera del país, quiero quedarme aquí. ¡Nunca me pediste mi opinión, siempre eres tan moralista!”.

Helen hizo todo lo posible por calmar su rabia. “Puedes elegir no vivir conmigo. De todos modos, eres una adulta. Puedes cuidarte ahora. Como eres mayor de edad, ya no es mi responsabilidad cuidar de ti. Puedes elegir irte conmigo o no, pero mañana nos vamos del Chalet de Tremont”.