La Pequeña Novia del Sr. Mu romance Capítulo 1650

La pareja continuó con sus chistes y bromas mientras entraban a su dormitorio.

Arianne se sorprendió al ver el pijama de Mark en la habitación, que fue preparada por Mary. La última vez que se fue sin la promesa de volver, Mary lavó su ropa y la mantuvo a salvo. Ella había pensado que él nunca volvería a necesitar esa ropa.

Como si él hubiera leído lo que tenía en mente, Mark tomó el pijama y dijo: “Voy a darme una ducha rápida. Tú... espera en nuestra cama”.

Sonaba tan incómodo que Arianne rodó los ojos. “Para cuando termines, ya estaré profundamente dormida”.

Él de repente se inclinó hacia adelante y le dijo al oído: “Pero hoy me prometiste algo más. ¿Estás rompiendo esa promesa? Nunca te enseñé a mentir…”.

El calor que le hacía cosquillas en la oreja y el magnetismo de su dulce voz se convirtieron en una combinación de doble golpe que convirtió su cuerpo en gelatina. Inmediatamente, ella lo empujó hacia el baño. “Grr, ¡vete ya!”.

La carcajada exuberante y diabólica de Mark solo se amortiguó un poco debido a la puerta del baño.

Arianne se frotó las mejillas que le ardían levemente con una ligera consternación. Esto no era bueno, él rara vez coqueteaba con ella, pero cada vez que lo hacía, ella se debilitaba de inmediato. La sola idea de que Mark posiblemente hiciera algo similar a eso con otra mujer, ya que estaban divorciados, era desalentador.

A veces, en medio de la noche tranquila, Arianne se preguntaba si su divorcio había sido la decisión correcta. Pero cada vez que comenzaba a preguntarse si debería haber tomado el camino de la concesión, Shelly-Ann Leigh saltaba a su mente y, de repente, todos los pensamientos se detenían. Ese era el mayor impedimento. Gracias a ella, Arianne nunca pudo probar otros métodos. La disputa entre ella y Shelly simplemente estaba destinada a quedarse sin resolver e imposible de erradicar para siempre.

Era una espera larga y silenciosa, aunque de vez en cuando, Arianne recordaba lo que estaba por venir y sentía pequeños momentos de emoción y escalofríos anticipados. Aún así, todo lo que podía hacer ahora era escuchar la llovizna de agua que se escapaba por la puerta del baño, así que en su aburrimiento, encendió el teléfono de Mark.