La Pequeña Novia del Sr. Mu romance Capítulo 1853

Arianne arrojó el fragmento roto que tenía en la mano y se sentó para que la anciana pudiera atender su herida. Accidentalmente había aplicado un poco más de fuerza de la que pretendía para la actuación, lo que resultó en un corte más profundo de lo requerido. El lado positivo era que un dolor agudo era todo lo que tenía que soportar, ya que el sangrado se detuvo sin falta.

Todo este tiempo se preguntó cuándo se mostraría ese cabrón. Sin embargo, mientras esperaba, la somnolencia la conquistó gradualmente. No durmió ni un poco anoche, y al combinar eso con el tormento psicológico que había soportado, Arianne perdió la lucha contra su letargo y sucumbió al sueño.

De vuelta en la Torre Tremont, Mark estaba sentado detrás de su escritorio habitual, con el rostro lleno de preocupación. Sus ojos nunca habían dejado su teléfono.

Todavía no había noticias de Arianne. A pesar de todos los esfuerzos de su grupo de búsqueda.

Las noticias generalizadas y desagradables sobre su conducta en el funeral de Mateo estuvieron mucho tiempo por debajo de su atención; no, lo que lo llevó casi a la locura fue el dolor irreparable de perder la parte más significativa de su alma.

¡Ella había estado allí hacía solo unos minutos! ¡Justo debajo de su nariz! Él la vió, estaba allí, entonces, ¿cómo? ¿Quién? ¡¿Quién la separó de él?!

Llamaron a la puerta de su oficina.

“Adelante”, murmuró con tristeza.

Jackson abrió la puerta y entró, provocando que un débil rayo de esperanza parpadeara en los ojos de Mark. “¡¿Encontraste algo?!”.

Su amigo sacudió la cabeza, apagando el fuego en los ojos de Mark. “¡Entonces vuelve a buscar! ¿Para qué estás aquí?”.

Jackson se acercó a él y le dio unas palmaditas en el hombro. “Créeme, estamos buscando. Nunca hemos dejado de buscar. Pero ahora mismo, estoy aquí para contarte mi teoría de trabajo, Mark”, él respondió. “Me parece que este no es un caso de secuestro cualquiera. Poder llevarse a una mujer mientras tú la mirabas como un halcón sugiere que el criminal estaba completamente preparado. Según mi gente, el coche que se había llevado a Arianne del funeral detectó una licencia falsa. Después de dejar el sitio con Arianne, el coche rápidamente se perdió. Finalmente fue redescubierto en un área remota y despoblada, con el conductor desaparecido”.

Era la 1 AM. Mark, exhausto, arrastró los pies de regreso a casa, a su bien iluminado Chalet de Tremont. La casa casi no se veía diferente de hace dos días y antes, y sin embargo, el abismo entre su pasado y su presente era demasiado ancho para cruzarlo. La mujer que anhelaba seguía desaparecida, se desconocía su paradero y su destino era prácticamente incierto.

Mark estaba aterrorizado por su helado y solitario dormitorio. Petrificado por el tic-tac de los segundos contando cuánto tiempo había estado separado de Arianne. Había un vacío dentro de él, como si todas sus entrañas hubieran sido succionadas de su corteza, y ahora cada momento era lo suficientemente infernal como para hacer que la muerte pareciera un mejor trato.

Henry, su mayordomo incondicional, lo saludó inmediatamente tan pronto como cruzó la puerta. “Sr. Tremont…”.

Mark arrojó su chaqueta al hombre automáticamente. “¿A qué hora se fue a dormir Smore?”.

“Un poco más de las nueve, señor”, fue la respuesta. “Sin embargo, no fue sin un berrinche que exigió a su madre. Todavía no hay noticias sobre la señora... y me temo que a medida que pasa el tiempo, su destino se vuelve inestable”.