"Lee el primer párrafo y luego tradúcelo al español", dijo ella señalando el artículo en la gran pantalla detrás de ella.
Algunos de los amigos cercanos de Alma empezaron a reírse con malicia, disfrutaron de la situación. Vanessa iba a la escuela todos los días, pero casi nunca la habían visto prestar atención en clase, ¿sabría traducir?
Los labios de Alma se curvaron levemente en una sonrisa, esperaba ver a Vanessa hacer el ridículo.
El artículo era complicado, incluso Alma no lo entendía del todo, mucho menos Vanessa.
Al siguiente segundo.
"When Liam McGee departed as president of Bank of America in August...".
Vanessa leyó el párrafo completo con fluidez en un inglés americano perfecto, claro y melodioso, se tomó su tiempo.
El salón de clases quedó en un silencio absoluto, sólo se escuchaba la voz ligeramente fría de Vanessa resonando claramente en los oídos de todos hasta que terminó y dejó a todos aún en shock.
"¡Bravo, bravo!".
Graciella aplaudió emocionadamente. Tenía a una estudiante muy talentosa en su clase y ella ni siquiera lo sabía.
"Has leído bien, pero la próxima vez presta atención en clase y no juegues con tu celular, ¿entendiste?".
"Sí", respondió Vanessa con un gesto de asentimiento.
"Puedes sentarte". La mirada de Graciella se volvió más cálida.
Vanessa se sentó tranquilamente. De niña, solía ir a Montebello a visitar a su abuelo, quien le enseñó muchas cosas: música, ajedrez, caligrafía, pintura, medicina, artes marciales, tiro con arco, carreras... había probado un poco de todo.
Se podría decir que sabía un poco sobre muchas cosas.
El inglés era sólo una de las cosas más simples.
Graciella no olvidó decirle a Alma: "Alma, tus calificaciones en inglés son muy buenas, pero tu habilidad para hablar no es tan buena como la de Vanessa. Deberías aprender de ella, ¿de acuerdo?".
Alma apretó la mano que sostenía el bolígrafo e hizo una larga marca en el papel.
Forzó una sonrisa: "Lo haré".
...
Al mediodía, apenas terminaron las clases, Vanessa recibió una llamada de Armando.
"¿Ya saliste? Te pasaré a buscar para ir a comer".
Después de hacer sus compras, se dispuso a volver cuando de pronto se escucharon gritos agudos y llenos de pánico.
Vanessa se giró cuando escuchó el alboroto y vio que en la esquina había un hombre mayor de cincuenta años yacido en el suelo convulsionando, y también otro hombre a su lado que estaba arrodillado y parecía desesperado.
Vanessa frunció el ceño y se acercó rápidamente.
"Deja de moverlo, si sigues así, lo vas a matar".
El hombre se volteó al escuchar su voz y vio a Vanessa.
Ella se agachó a su lado de manera natural.
"Tú...".
Al verla sacar las agujas de plata, él preguntó: "¿Eres médica?".
"Algo así".
Vanessa respondió evasivamente, abrió el paquete de agujas, tomó una y miró al anciano. Al ver su rostro con claridad, se detuvo un momento con sorpresa en sus ojos.
Resultó ser él...

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