"Sr. Jairo, la verdad no quería decirlo en esta situación, pero Vanessa ha plagiado y aun así tiene una actitud muy arrogante, ella...".
"Aunque no querías decirlo, ya lo dijiste. No te hagas la víctima".
El Sr. Jairo le contestó sin rodeos y echó un vistazo a los papeles que tenía delante, donde vio que el nombre de Alma ya estaba en la lista de miembros.
Habían venido precisamente para elegir talentos, los tres primeros tenían la oportunidad de ser miembros suplentes del departamento nacional de pintura al óleo.
Sin mostrar ninguna emoción, tachó el nombre de ella.
"Llama a tu maestro, le daré veinte minutos para que venga". Dijo con tono indiferente: "Estas cosas, hay que hablarlas cara a cara".
Quería ver qué explicaciones podía dar ese tal Ubaldo.
"Y tráele una silla a Vanessa, que se siente".
Todos estaban pendientes de si Vanessa había plagiado o no, pero nadie se fijó en lo cariñoso que sonaba la voz de él.
"Armando, a tu mujer le ha surgido un problemita". Gael dijo con cara de alguien que estaba disfrutando del espectáculo y una sonrisa burlona.
Armando lo miró de reojo, ¿parecía contento?
"Tienes diez minutos para averiguar qué pasó. Si no lo averiguas, hablaré con tu papá para arreglar un matrimonio para ti".
Gael: "...".
¡Armando era muy capaz, pero aun así dejó que él hiciera el trabajo pesado!
"Señor, parece que la Srta. Santos tiene problemas". Rafael comentó en voz baja.
El Sr. Mora frunció el ceño, "Investiga qué pasó".
No podía creer que Vanessa hubiera plagiado, esa Alma...
No parecía tener muy buen fondo.
"Armando, ya está claro".
Cinco minutos después.
Gael había averiguado todo, aunque era un poco alocado, ¡era muy eficiente!
Armando revisó sin expresión lo que Gael le había enviado, se enderezó lentamente y sus labios se curvaron sutilmente, no había rastro de sonrisa.
Ubaldo estaba cerca y llegó en menos de quince minutos.
"Sr. Jairo, estimados colegas". Saludó cortésmente al llegar.
El Sr. Jairo dijo con impaciencia: "Sólo te preguntaré una cosa, sobre esta pintura, tu aprendiz dice que es originalmente tuyo, ¿cómo lo explicas?".
Al escuchar eso, Ubaldo puso cara de tristeza: "De camino para acá, Alma ya me dijo que alguien había plagiado mi obra nueva y que era una estudiante universitaria".
El bolígrafo en la mano de Sr. Jairo golpeó fuertemente la mesa, no dio pie a conversación.
Ubaldo tenía su renombre en el mundo de la pintura al óleo, nadie creía que mentiría, y de repente, las miradas hacia Vanessa empezaron a cambiar.
"Así que Vanessa sí que plagió...".
"Todo el cariño que tenía por ella se fue al traste. ¡Pensé que era una genia y que con sólo unos años pudo crear algo muy bueno!".
Mientras escuchaba los murmullos de su alrededor, Alma sonreía por lo bajo.
Todo iba según su plan.
Nadie creería en Vanessa.
¿Quién iba a apoyar a Vanessa en el mundo de la pintura si aún no tenía renombre?
Ubaldo fingió pena y añadió: "La verdad es que a mi edad no quiero problemas con una joven, pero el camino del arte no admite suciedad. Vanessa tiene talento, pero no lo está usando bien".
El Sr. Jairo finalmente sonrió.
"Vanessa", le hizo una señal con la mano, "ven aquí".
¿Vanessa?
Todos se quedaron sorprendidos.
¿Por qué el Sr. Jairo llamó a Vanessa con tanto cariño?
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