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La Traición en Vísperas de la Boda romance Capítulo 136

Joaquín tenía que dividirse entre tranquilizar a Petra y resolver los problemas que le llovían en Nexus Dynamics. Su cabeza no daba para más, estaba al borde del colapso.

La única manera de apagar el incendio era lograr que Petra y él se presentaran juntos, aclarando el escándalo y mostrando a los socios que, aunque tuvieran diferencias personales, eso no iba a afectar el rumbo de la compañía. Solo así podrían estabilizar la situación de Nexus Dynamics.

Pero Petra se negaba a hablarle. No respondía a sus mensajes ni aceptaba sus llamadas.

—Señor Joaquín, la señorita Petra le tiene mucho cariño a Nexus Dynamics. No creo que se quede de brazos cruzados si la empresa se mete en problemas —comentó el abogado, intentando aportar alguna solución.

—Tal vez podríamos pedirle a algún empleado que se lleve bien con la señorita Petra que la contacte. Que le cuente cómo está la situación ahora. De hecho, justo en una semana será la reunión trimestral de los accionistas. Estoy seguro de que la señorita Petra asistirá —añadió.

Joaquín asintió con la cabeza, apretando el entrecejo. Su voz salió apagada y cansada.

—Que Leo la contacte.

Él sabía que, por el futuro de Nexus Dynamics, Petra aparecería tarde o temprano. Por ahora, prefería dejarle su espacio. Cuando todo se calmara, pensaba compensarla.

El abogado dudó unos segundos antes de hablar en voz baja:

—Leo fue hoy temprano al área de recursos humanos a entregar su renuncia. Ya recogió sus cosas y se fue.

El gesto de Joaquín se endureció en un instante.

—¿Quién aprobó su renuncia?

El abogado bajó la mirada, con tono precavido.

—Fue la señorita Petra quien lo despidió. Finanzas le depositó hoy la compensación, doscientos mil pesos.

El abogado, sorprendido por la dureza de Joaquín, asintió y respondió:

—Avisaré de inmediato.

Aunque había entrado a la empresa al mismo tiempo que Leo y le tenía aprecio, el abogado sabía que debía obedecer las órdenes de Joaquín.

Joaquín se quedó en silencio, con la mirada perdida, sentado en su silla de cuero y el rostro sombrío. Había una mezcla de hastío y algo más, una inquietud que no quería mostrar.

El abogado se disponía a salir, cuando Joaquín, con voz áspera y un dejo de vulnerabilidad, murmuró:

—Dime la verdad… ¿crees que de verdad se va a ir?

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