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La Traición en Vísperas de la Boda romance Capítulo 187

Petra, con un tazón de sopa para el malestar tras la fiesta, llegó hasta la puerta de su propia habitación. Al principio pensó en entrar sin más, pero al final, dudó y terminó tocando suavemente.

—Te preparé una sopa para que se te baje la borrachera.

Se esforzó por hablar en voz baja, ya que todavía quedaban personas abajo.

Sin embargo, desde adentro no se escuchó la voz de Benjamín. Una sombra de duda cruzó los ojos de Petra; entreabrió la puerta y asomó la cabeza con cautela.

En ese mundo, tal vez nadie podía sentirse más insignificante que ella. Hasta para entrar a su propio cuarto tenía que andar con pies de plomo.

La luz seguía encendida, pero el hombre que antes estaba sentado en la silla frente al espejo ya no estaba ahí.

Se escuchaba el agua correr desde el baño.

Petra empujó la puerta y entró despacio. Apenas dejó el tazón sobre la mesa, Benjamín salió del baño.

Llevaba puesta una camisa negra, con algunas manchas de agua; todavía tenía gotas deslizándose por la cara.

Petra se quedó helada. ¡Este tipo sí que se recupera rápido de la borrachera!

Benjamín, al verla, habló con ese tono tranquilo que lo caracterizaba.

—Usé tu baño un momento.

Petra asintió, un poco nerviosa pero queriendo verse tranquila.

—No hay problema, úsalo cuando quieras.

Benjamín hizo un gesto afirmativo y pasó junto a ella. Tomó una servilleta del tocador y se secó el rostro.

Por un instante, el ambiente se volvió incómodo. Petra apretó los labios, miró la sopa sobre la mesa y se animó a decir en voz baja:

—Te preparé una sopa para que te sientas mejor. No sé si te guste, ¿quieres probarla?

Vaciló un poco, pero al final tomó el tazón y se lo extendió a Benjamín.

Él lo recibió sin dudar, y se bebió la sopa de un solo trago, sin titubear ni un segundo. Parecía no temer que Petra o Jimena le hubieran hecho alguna trampa.

Al terminar, Benjamín bajó la mirada hacia la mujer parada frente a él. Sus ojos, grandes y brillantes, lo miraban directo, llenos de expectativa.

Petra respiró hondo y, obligándose a sonreír, fue hasta la escalera. Observó a Benjamín mientras descendía y, con voz suave, le habló:

—Cuídate en el camino. Cuando llegues, mándame un mensaje para saber que llegaste bien.

En ese punto, no le quedaba más opción que tratar de arreglar las cosas de esa manera.

Benjamín llegó a la sala, se detuvo, volvió la cabeza para mirar a Petra y asintió.

—Claro.

Respondió sin pensarlo y, sin más, caminó hacia la puerta.

Petra notó que los invitados junto a Jimena ya no tenían sospechas en el rostro, lo que le permitió relajarse un poco.

Aun así, la incertidumbre no la dejaba tranquila. Temía que el asunto que ya estaba casi cerrado, se les fuera a escapar de las manos. Así que añadió:

—Mejor te acompaño hasta la puerta.

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