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La Traición en Vísperas de la Boda romance Capítulo 289

—Catalina, ¿qué, no te animas a jugar? —le soltó Belinda, barajando con destreza las cartas sobre la mesa.

Catalina se quedó de pie, dudando unos segundos. Miró el ambiente: risas, bromas, la tensión de la familia flotando en el aire, pero todos fingiendo que nada pasaba. Terminó por sentarse a regañadientes junto a Belinda, intentando aparentar indiferencia.

Berta, sentada entre Florencia y Catalina, no perdía detalle. Notaba la incomodidad de Catalina, la manera en que apretaba los labios como si quisiera tragarse las palabras. Florencia, en cambio, se veía relajada, con una media sonrisa divertida, como si todo aquello fuera un espectáculo diseñado solo para su entretenimiento.

—¿Y tú, Petra, no te animas? —preguntó Florencia con voz juguetona.

Petra negó con la cabeza.

—No, gracias, yo solo los voy a ver. Además, quiero estar pendiente de Jimena.

—Déjala, mujer —le aventó Berta—. Si está con Camilo, seguro la están apapachando. No te preocupes tanto.

Petra forzó una sonrisa, aunque por dentro no lograba quitarse la sensación de que Jimena se encontraba fuera de lugar, rodeada de desconocidos.

Benjamín, por su parte, no perdió la oportunidad de sentarse junto a Petra, cuchicheando en su oído.

—¿A poco no está tenso este ambiente? Ni en las fiestas del pueblo se siente tanta presión.

Petra soltó una risa discreta.

—Y eso que allá sí se arma, ¿eh?

La partida comenzó. Las cartas volaban sobre la mesa, y la tensión se disolvía poco a poco en la competencia. Belinda, con su actitud competitiva al máximo, no tardó en dominar la mesa.

—¡Eso! ¡Otra vez les gané! —exclamó, triunfante.

Catalina apretó los dientes. No estaba de humor para perder, y mucho menos frente a Belinda.

Florencia la miró de reojo, notando el brillo desafiante en sus ojos.

—Venga, Catalina, si vas a jugar, hazlo con ganas —le dijo con un tono que no supo si era burla o ánimo.

Catalina le devolvió la mirada, dispuesta a no dejarse humillar.

—No te preocupes, Florencia —reviró—. El que ríe al último, ríe mejor.

Berta intervino, como quien quiere apagar el fuego antes de que arda.

—Bueno, bueno, no se peleen. Al rato terminan lanzándose las cartas.

La tensión se alivió un poco con las risas de los demás. Sin embargo, debajo de la aparente tranquilidad, cada quien llevaba sus batallas internas.

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