Nataniel le lanzó una fría mirada a Enrique y preguntó.
—¿Ya terminaste de decir tonterías? —Se movió con gran velocidad mientras hablaba. Nataniel era tan rápido que solo se podía ver su silueta al moverse. Tomás, Javier Maya y los demás lo miraron con admiración en sus ojos.
¡Bum! Se escuchó un fuerte ruido.
Enrique vio una sombra tras de él en un instante, y Nataniel apareció frente a él en ese momento. Antes de que pudiera contratacar, Nataniel ya lo había abofeteado sin misericordia. La fuerza de su golpe fue tal, que le dio una vuelta a su cuerpo completo. Su mejilla derecha se hinchó y enrojeció.
—¡Arrodíllate! —ordenó Nataniel mientras ponía su mano en el hombro de Enrique, quien, por instinto trató de resistir.
Sin embargo, era como si la mano de Nataniel fuera una fuerza invisible que empujaba sus hombros hacia abajo.
Enrique fue empujado hacia abajo y sus rodillas golpearon el piso.
Se escuchó como se rompían sus rótulas desde lejos.
¡Sus rótulas en verdad se rompieron!
Enrique dejó escapar un aterrado grito de agonía y los que los rodeaban se estremecieron debido al horror.
Nataniel lo miró y le preguntó con voz fría.
—¿Sabes lo que hiciste mal hoy?
Con sus ojos abiertos como una presa herida, habló con una ronca voz.
—Nataniel, te reto a matarme en este momento. Mi hermano es una de las personas más conocidas en el distrito. Si te atreves a ponerme un dedo encima, te garantizo que él matará a toda tu familia.
Nataniel alzó su pierna y le lanzó una patada al cuello de Enrique. Se pudo escuchar un «crac» al romperse debido al impacto.
Antes de poder siquiera gritar de dolor, colapsó en el piso como un pollo sacrificado.
Todos estaba estupefactos al ver la escena. ¡El jefe del bajo mundo del Distrito Sur había sido asesinado por Nataniel Cruz de una manera tan cruel!
¡Como si hubiera sido una presa!
¡Que desconcertante e impactante!
Los hombres de Enrique miraron a Nataniel con temor y respeto. Luego se miraron unos a otros, tiraron sus armas y escaparon frenéticamente.
Por su parte, Javier, y los demás miraban a Nataniel con fanatismo.
Antes de esto, lo conocían como el hombre por el Tomás Dávila sentía más respeto. Esta noche era la primera vez que habían sido testigos de su proeza.
Sus habilidades de combate, y sus modos refinados dejaron una profunda marca en ellos.
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