Tras pasar tiempo con su familia, Nataniel se dio una ducha. Y cuando salió del baño, sus suegros ya se habían ido a dormir.
Penélope también estaba arropando a su hija en su dormitorio.
Sin embargo, la pequeña estaba haciendo una rabieta y se rehusaba a dormir. Todo el tiempo preguntaba por su padre e insistía en que durmiera con ella en la misma cama.
Cuando Nataniel entró al cuarto, Penélope hizo un puchero y le dijo a su hija.
—De acuerdo. Papá está aquí ahora. Puedes venir y puedes dormir con él en su dormitorio.
No obstante, la joven niña sacudió su cabeza y exclamó.
—No, quiero dormir con ambos, con mamá y papá.
Nataniel no pudo evitar estallar de risa mientras que el rostro de Penélope se sonrojó.
—Papá y mamá no pueden dormir juntos.
—Pero les pregunte a mis amigos en el jardín de niños. Dicen que mamá y papá deberían dormir juntos. Dicen que solo duermen separados si están peleados —dijo su hija, indignada.
Tanto Nataniel como Penélope comenzaron a sudar al escuchar las palabras de su hija.
«¿Cómo saben tanto en estos tiempos los niños del jardín de niños?».
Después de decirlo entrecerró sus ojos y miró a sus padres con recelo.
—Papá, mamá, ¿están peleados?
Penélope la consoló con rapidez.
—Claro que no, estamos bien.
La joven niña los miró con duda. Se mordió su labio y comenzó a especular.
—¿Entonces por qué no duermen juntos? ¿Se van a divorciar?
La frente de Nataniel estaba perlada de sudor y Penélope no sabía si reír o llorar por la pregunta de su hija. Pero, con calma, le aseguró.
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