Todos miraron a Leandro desconcertados.
—¿Qué? ¿Que te lo dejemos a ti? Acabas de salir de prisión. ¿Acaso tienes esa cantidad de dinero?
—Yo… yo pensaré en algo.
Leandro tenía una tarjeta magnética encima, pero no sabía cuánto dinero había en ella.
—¡No te presiones ni vayas a hacer algo fuera de lugar! Si las cosas no funcionan, simplemente renunciaremos —dijo Zamira mientras miraba a Leandro con preocupación, pues temía que él hiciera algo drástico.
—No te preocupes. Yo me encargaré del asunto —respondió Leandro mientras le sostenía las manos a su esposa.
Al día siguiente, Leandro salió solo. En cuanto llegó a la intersección, un Maybach se detuvo a su lado. Dragón Azul salió del auto y le hizo un gesto a Leandro para que entrara.
—¿Hay alguna novedad sobre la Familia Gutiérrez? ¿Va a venir alguien a disculparse? —preguntó Leandro.
Dragón Azul negó con la cabeza.
—Ninguno de ellos se ha arrepentido.
Un destello de frío y carente de emoción pasó fugaz por los ojos de Leandro.
—Es hora de hacerles una pequeña demostración de lo que somos capaces.
Al llegar al banco, Leandro retiró cinco millones en efectivo de una sola vez. El personal del banco se le quedó mirando con asombro y todos se quedaron mucho más horrorizados al ver al hombre vestido con un uniforme militar que estaba junto a él.
«¡Es el Guerrero Magnífico!».
Erasmo, el director de la oficina central del Banco de Colina del Norte, vino a atenderlo en persona. Al final, él y Geidy, una mujer alta y bonita, lo ayudaron a llevar los maletines de dinero por el pasillo para clientes VIP. A Geidy le resultaba familiar el rostro de Leandro y no pudo evitar mirarlo con disimulo por segunda vez. «Su identidad es tan intimidante que incluso nuestro jefe estuvo a punto de venir corriendo a atenderlo».
Luego de despedirse de los hombres, Erasmo respiró aliviado.
—Señor Bencomo, ¿quién era ese? —preguntó Geidy con curiosidad—. ¿El hombre que iba con él vestido con un uniforme militar es alguien famoso?
—¡Ese hombre es un auténtico Guerrero Magnífico! Si tiene a un Guerrero Magnífico como su asistente…; solo piénsalo —dijo Erasmo con voz queda.
—¡Vaya! —Geidy se asombró tanto que quedó boquiabierta.
—Por eso no debes mencionarle nada sobre hoy a nadie; mantenlo todo confidencial.
Geidy asintió con la cabeza.
—¡Entiendo!
—No importa quién te pregunte, solo di que es un préstamo y falsifica un recibo o algo así.
—¡Sí, señor!
…
Por la noche, cuando Leandro regresó a la casa con cinco maletines llenos de dinero, Zamira y sus padres se quedaron anonadados. Los contaron tres veces y, para su mayor asombro, ¡en realidad tenían cinco millones!
—¿De… de dónde sacaste tanto dinero? Por favor, no me digas que es de los usureros. —Zamira estaba a punto de perder la cabeza.
—¡Qué usureros ni usureros! ¡No te preocupes por eso! En fin, ya conseguí el dinero, así que pueden usarlo para resolver primero el problema más urgente —dijo Leandro.
—Sí, vamos a resolver esto primero —asintió Aarón.
—¡Pero 2.8 millones es suficiente! ¿Por qué buscaste cinco millones? —preguntó Zamira confundida.
—Ya entenderás cuando llegue el momento.
…
Al enterarse de que iban a pagarles, Enrique vino en persona para cobrar el dinero.
—Vaya, Aarón. Fueron rápidos —se burló Enrique—. ¿Estás seguro de que aquí hay 2.8 millones? Debe haber sido muy difícil para ustedes. Yo pensaba que no iban a poder pagarnos.
Aarón le lanzó una mirada encolerizada.
—Eso no es asunto tuyo. ¡He reunido 2.8 millones y nuestra deuda está saldada!
—¡Lo estoy! Quien se encargó de su transacción fue la Señorita Geidy Suárez, la subdirectora de la oficina central del Banco de Colina del Norte. De alguna forma, me las arreglé para contactarla y ella misma admitió que quien había pedido el préstamo era alguien llamado Leandro Gutiérrez. ¡Gasté cien mil para obtener una copia de la factura!
Gerardo confirmó lo que había dicho Enrique luego de recibir la factura.
—Ja, ja. ¿Los pidió prestados? Ya veremos cómo se las arregla para pagarlos.
—Y esa no es la mayor de las interrogantes. ¿Cómo se las arreglarán para realizar este proyecto? ¡Al final, van a tener que acudir a nosotros en busca de ayuda!
…
Zamira no se podía creer que hubiesen solucionado un problema tan grande como ese. Se sintió conmovida cuando la Familia López le hizo saber que Leandro había pedido prestado ese dinero para ayudarlos a saldar su deuda.
—¡Tenemos que conseguir inversiones para comenzar el proyecto lo antes posible!
—Pero eso impone otro gran problema; vamos a necesitar muchísimos fondos para desarrollar este proyecto.
De acuerdo con el presupuesto de Zamira, ellos necesitarían un capital inicial de treinta millones y por lo menos setenta millones más para continuar con el proyecto. Aarón emitió un gemido de desesperación. Todo esto era muy difícil de lograr.
»¿Se te ocurre alguna idea? —preguntó Zamira mientras miraba a Leandro.
Él sonrió.
—Entonces, vamos en busca de las grandes empresas. Iremos de puerta en puerta. ¡Este proyecto es una mina de oro! Estoy seguro de que le va a interesar a muchas empresas.
Zamira asintió con la cabeza.
—Lo sé, pero me preocupa que pidan mucho a cambio una vez que hayan accedido a invertir. ¡Los peces gordos van a ponernos muchas condiciones!
—No perdemos nada con intentar, ¿no es así? Nunca sabrás si hay alguien dispuesto a invertir sin pedir nada a cambio, a menos que preguntes. —Leandro sonrió con placer.
—¿Cómo es eso factible?
Zamira tenía muchas dudas.

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