La ciudad era fría. Sus largos caminos de concretos y altos edificios de piedra, estaban despojados del calor de los bosques nublados. Las luces de colores que le robaban protagonismo a la luna y las estrellas, no eran del agrado de un lobo. Los humanos no amaban a la naturaleza y la sacrificaban en nombre de un falso progreso que el aborrecía más que ninguna otra cosa. Artem estaba furioso por la decisión de Génesis y su firme rechazo hacia él, y tenía que encontrar la manera de conseguir su perdón y llevarla de regreso con los suyos para que no se perdiera más en el mundo de los humanos.
—Señor, hemos encontrado algo que debería saber. La Luna Génesis, se casará dentro de seis meses, justo la noche de la Luna azul. — dijo uno de sus lobos que interrumpió repentinamente.
Las palabras de aquel beta alarmaron al Alfa Artem.
— ¿Qué es lo que has dicho Lowell? — cuestionó Artem al borde de la ira.
— Lo que ha escuchado Alfa Artem. La Luna Génesis ha decidido unir su vida a la de un humano la noche de la Luna azul. — respondió el beta.
Caminando a la ventana, Artem sintió temor. Sabía bien lo que aquella luna milenaria podria conceder, pero se negaba a creerlo. Tenía tan solo seis meses para lograr el perdón de su Luna verdadera.
— Puedes irte. — ordenó.
En el silencio y oscuridad de su habitación, Artem se recostó. Debía recuperar a su Luna perdida, o la perdería para siempre.
En los bosques de Muniellos, Ayla esperaba tener noticias de Artem. Mirando a su padre comer casi como un cerdo, se sintió asqueada.
— ¿Has sabido algo del Alfa Artem? — cuestionó el lobo de barba blanca y modales toscos.
— No padre, no he tenido noticia alguna de él. — respondió Ayla.
Aquel hombre lobo de piel morena y barba blanca, miró fijamente a su única hija.
— En los siete años que llevas calentando la cama del Alfa Artem, no has podido darle un heredero. No me importa si no eres su Luna verdadera, debes de cumplir con tu deber. Tu inútil madre no pudo darme un hijo varón y tuve con conformarme contigo, y siendo un simple Beta jamás podría aspirar a pelear el lugar del Alfa. Dale un hijo varón a tu Alfa Artem para que yo pueda hacerme con el poder de esta manada y finalmente realizar todos los grandes planes que tengo. Los Alfas son demasiado ingenuos, y hay cosas que deben de hacerse por el bienestar de nuestra raza, tú lo sabes bien. Así que no me decepciones. — ordeno el Beta Adolphus.
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