¡CLANK!
Las puertas del gran salón se abrieron de par en par, dejando entrar un aire frío y tenso. El Alfa caminó con paso firme hacia la mesa ovalada del salón del consejo, cuyas luces de las farolas de pared iluminaban esa oscura noche. Con un gesto, dejó caer sus manos sobre la mesa.
¡PUM!
El golpe resonó en la sala, causando que los objetos sobre la mesa temblaran. Las expresiones de los hombres lobos del consejo se tornaron frías, todos clavaron sus miradas en el Rey Alfa Zefor.
Ese macho, con su mirada dorada y afilada, los observaba con una determinación implacable, y comenzó a hablar de manera directa:
—Buscaré a mi ex-Beta, Korina.
La sorpresa invadió al consejo.
—¿La ex-Beta? ¿Esa maldita traidora?
—¡No, Alfa! ¡No puede traerla de regreso! —exclamó uno de los lobos más viejos del consejo, sintiéndose indignado.
—Nunca dije que la "traería", dije: "buscaré" —aclaró Zefor, enderezándose y cepillando hacia atrás su cabello oscuro con una mano. Su voz era clara y firme—. Es probable que sepa dónde está mi cachorro primogénito. Como todos saben, mi Luna falleció esta noche —continuó Zefor con una indiferencia que helaba el ambiente, como si hablara de algo trivia—. Y con ella se llevó la vida de mis futuros cachorros. No seguiré con este maldito experimento de buscar una hembra que, tal vez, me dé un cachorro con mi don.
—Es por eso que a quien debería buscar, Alfa, es a su Luna verdadera —intervino otro de los hombres lobos, un guerrero corpulento, frunciendo el ceño—. No más hembras cualquiera de la manada, no más Lunas falsas. Si su luna verdadera pare un cachorro, será más poderoso que ninguno. El primogénito bastardo, hijo de la ex-Beta Korina, ya no será relevante.
—La busqué. He buscado a mi compañera destinada sin éxito. Un sucesor poderoso es suficiente. Quien sea que me lo dé, será mi Luna. Por eso, encontraré a mi primogénito y lo traeré como un plan B. Quizá no sea tan inútil el bastardo.
Zefor les dio la espalda, comenzando a marcharse con una actitud que dejaba claro a sus lobos que la decisión estaba tomada. Aquel que no estuviera de acuerdo, que se atreviera a desafiarlo.
…………..
✧✧✧ En las afueras del territorio de la manada "Susurros Nocturnos". ✧✧✧
Los primeros rayos del sol comenzaban a filtrarse por las copas de los árboles, que lucían coloridos en ese otoño. Las hojas rojas y amarillas caían sobre la tierra, algunas arrastradas por el viento hasta el agua del río que corría con una fuerza feroz.
Justo en una orilla de dicho río, con la mitad del cuerpo en el agua y la otra en la orilla de arena húmeda, yacía el cuerpo de la hembra rubia, pálido y golpeado.
Cerca de ahí, en el frondoso bosque, cuatro machos con maletas y capuchas marrones continuaban su camino de regreso a la manada, cuando…
—¿Huelen eso? —olfateó uno de ellos.
Los otros tres se detuvieron, comenzando a olfatear el aire. Todos siguieron el aroma.
—Huele a hembra… ¿preñada? Qué extraño, parece que una loba de la manada se perdió, esta zona está lejos —comentó otro. Finalmente, bajaron la pendiente rumbo a la parte arenosa a orillas del río y…
¡Vieron a Adalet!
—¡Está herida! —gritó uno de ellos, corriendo hacia ella y sacándola por completo del río, cubriéndola con su capucha—. Esta loba tiene un olor extraño… Hay algo más en ella, y… Su embarazo ya está avanzado. ¿Cómo terminó aquí? —levantó la mirada, observando los alrededores—. No hay manera… Es imposible que este río la haya arrastrado.
—¿Está con vida? ¿Qué tal sus cachorros? —preguntó uno de los lobos.
—Ella respira. Levemente, pero respira. No sé nada de los cachorros. ¿La llevamos a la manada? ¿Y si resulta ser una enemiga?
—Llevémosla. Es lo mejor.
……………
✧✧✧ Una semana más tarde. ✧✧✧
¡CRAAAANK!
Uno de los edificios de madera se desplomó, consumido por las llamas.
Grandes columnas de fuego se alzaban alrededor de la pequeña aldea, arrasando todo a su paso. Cuerpos de lobos yacían por doquier, pero solo el grupo de hombres lobos de Garra Dorada se mantenía en pie, envuelto en la aura de protección de su Alfa, que los hacía casi invencibles.
A la orilla del río cercano, sentado sobre un viejo tronco, se encontraba el Rey Alfa Zefor. Su porte era imponente y frío, y sus ojos dorados observaban a la hembra que yacía unos metros delante de él.
Ella tenía el cabello corto, de un rubio característico de su manada, y sus ojos dorados eran tan claros que parecían brillar.
Su figura lucía frágil, uno de sus brazos estaba repleto de cicatrices viejas. Estaba desnuda, cubierta de heridas y moretones actuales, lentamente comenzó a levantarse.
—¿Por qué no me matas? ¿Me has buscado para eso, no? —preguntó Korina, la ex-Beta a la que ese hombre lobo, había una vez amado.
Era una hembra de su pasado, una que había traicionado su confianza y que él había echado de la manada.
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