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MATRIMONIO DE CONVENIENCIA. CORAZONES EN JUEGO romance Capítulo 2

Un auto de alta gama se detiene frente a la entrada de un rascacielos reluciente. Alice, vestida con un traje sastre de corte impecable en tonos neutros, desciende con una elegancia innata. Su cabello está recogido en un moño bajo, dejando al descubierto unos rasgos delicados pero definidos. Aunque su vestimenta es discreta, su figura esbelta y su porte distinguido no pasan desapercibidos. A pesar de la incertidumbre que la consume, ella muestra una serenidad que la hace ver aún más atractiva.

El portero le abre la puerta del restaurante con una reverencia respetuosa. El gerente, al verla, se acerca de inmediato con respeto y voz educada:

—Bienvenida, señorita Cooper, su cita espera por usted.

—No es una cita, es una reunión —aclara ella, y el gerente lamenta lo dicho.

—Disculpe mi atrevimiento, sígame por favor.

Ella asiente con un gesto de cabeza, sin una sonrisa, pero con una expresión de seriedad que el gerente interpreta como aprobación. Lo sigue por un pasillo discretamente iluminado, pasando por un ascensor privado. La subida en el ascensor se le hacía eterna, pues lo que más deseaba era salir lo más pronto posible de ese asunto.

Las puertas del ascensor se abren directamente a un salón amplio y luminoso.

—Adelante, me retiro —dice el gerente, y Cooper se dispone a salir del ascensor. Traga grueso al ver a ese hombre: el indomable, arrogante, guapísimo tallado por los dioses, Damian Anderson, quien ya la estaba esperando. Impecablemente vestido con un traje oscuro, su figura es esbelta y poderosa. Está de pie, erguido, de espaldas a ella, frente a los ventanales. La luz resalta el contorno de su silueta, dotándolo de una presencia imponente.

Los pasos de Alice resuenan con claridad en el silencio de la estancia mientras se dirige a la mesa. Él la escucha, pero no se voltea de inmediato a mirarla, por lo que el aire en la habitación VIP, donde comerán en privado, es denso con una expectación palpable.

Ella se detiene a unos pocos pasos de la mesa, esperando. Finalmente, él se gira con una lentitud calculada. Su mirada es intensa, evaluadora, sin una pizca de calidez. Sus ojos oscuros recorren su figura de pies a cabeza antes de fijarse en su rostro, provocando en ella una incomodidad, no de molestia, sino por esa sensación de aquella mirada hambrienta que le lanzó. «Recuerda que es mujeriego», se dice mentalmente, así que arquea una ceja.

—Gracias por aceptar esta reunión, señor Anderson. He venido a hablar sobre una colaboración que considero mutuamente beneficiosa. ¿Le parece si iniciamos? —Su pregunta, con voz seria, lo hace fruncir un poco el ceño, pues confirma lo que dicen de la chica: es inteligente y audaz para los negocios.

Damian toma asiento primero con una sonrisa apenas perceptible que se forma en la comisura de sus labios. Su tono es grave, casi desafiante al decirle:

—Mi tiempo es muy valioso, señorita Cooper. Llevo seis minutos, y eso son miles de dólares perdidos, así que vaya al grano. —La mira directamente a los ojos y puede percibir el enojo de la mujer frente a él, quien no duda ni segundos y se dispone a tomar asiento con elegancia.

Capítulo...2 1

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