Damian Anderson, al ver que había logrado su objetivo, tomó distancia como si nada hubiera pasado. Adoptó una actitud fría, lo que hizo que Alice recuperara su compostura al verlo ponerse de pie y dirigirse a la puerta del ascensor. El silencio se cernía entre ellos, un eco de la tensa negociación. Damian no mostraba emoción alguna, su rostro era un libro cerrado a pesar de la posesión que había exhibido momentos antes. Ella, por su parte, había recobrado su fría compostura y se puso de pie, acercándose a él rápidamente.
—¿Eso fue todo? —su pregunta lo detuvo justo en la puerta del ascensor.
—¿Esperabas acaso un momento de pasión entre ambos?
—Le dejo en claro que no soy como esas mujeres con las que suele salir, señor Anderson. Tenga más respeto —le dijo con determinación.
—Resulta que te estoy haciendo un favor al casarme con una mujer tan controladora como tú, y te repito: no estás en posición de renegar, ¿estamos? Y para dejarte algo más claro, deberías estar muy feliz de casarte con el hombre que será tu salvador —le habló con voz grave—. Enviaré a alguien para recogerte. Se te indicará la residencia a la que serás trasladada. Un evento importante me espera. Hasta luego, señorita Cooper.
Las puertas del ascensor se abrieron y Damian entró; ni siquiera esperó a que ella subiera, sino que oprimió el botón y las puertas se cerraron.
—¡¡Eres un tonto, Damian Anderson!! —espetó Alice, cruzándose de brazos—. Ahora debo aceptar las nuevas reglas de tu maldito juego. Lo importante es que ya estamos del mismo lado.
Al llegar a la mansión en su lindo auto de lujo color rojo, Alice ingresó quitándose su costoso abrigo. Se sentía algo estresada por lo que había sucedido con el señor Anderson y por lo que estaba por venir, aceptando las nuevas reglas del juego.
—¡Hija, qué bueno que llegas! Tu padre estuvo preguntando por ti —su madre la recibió con un fuerte abrazo.
—¿Y dónde está, madre? —Alice se acercó al sillón y tomó asiento, quitándose los tacones para relajarse un poco.
—Ya sabes cómo es tu padre… está buscando soluciones para no perder la empresa, cariño. Él se niega a que te cases. Mira, en las noticias están hablando de la empresa, cariño —su madre se dispuso a subir el volumen a la televisión, mientras que Alice trataba de no prestarle atención; estaba preocupada por su padre y su oposición a ese matrimonio.
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