Mi ex-Luna rechazada, vuelve conmigo romance Capítulo 11

Resumo de Capítulo 11: Mi ex-Luna rechazada, vuelve conmigo

Resumo de Capítulo 11 – Capítulo essencial de Mi ex-Luna rechazada, vuelve conmigo por Internet

O capítulo Capítulo 11 é um dos momentos mais intensos da obra Mi ex-Luna rechazada, vuelve conmigo, escrita por Internet. Com elementos marcantes do gênero Hombre lobo, esta parte da história revela conflitos profundos, revelações impactantes e mudanças decisivas nos personagens. Uma leitura imperdível para quem acompanha a trama.

El punto de vista de Ernesto.

Me percaté del estado desaliñado de Maia, pero en ese momento me daba igual.

"Alguien me ha contado que fuiste tú quien le tendió una trampa a Amelia para que abandonara la manada", le dije con frialdad. No le mencioné que fue mi pareja quien le entregó las pruebas a Hugo.

Mi beta vino a verme esta mañana y me dio un bolígrafo. Dijo que se lo había regalado Amelia y que contenía una grabación de su confesión.

Cuando oí que se trataba de su confesión, me burlé. Pensé que era una cobarde por no atreverse a hablar conmigo.

Apreté el botón de reproducción, a la espera de oír su confesión, pero me quedé estupefacto cuando escuché el contenido de la grabación. Incluso mi beta se sorprendió al escucharla.

Después de escuchar la grabación, tomé el bolígrafo, busqué a Maia y la encontré en el consultorio del doctor.

"¿A qué...? ¿A qué te refieres, Ernesto?", tartamudeó.

Saqué el bolígrafo del bolsillo y pulsé el botón de reproducción. De inmediato se escucharon las voces de la grabación.

"Amelia, ¿crees que Ernesto te ama?", la voz de Maia se oyó desde la grabación.

"¿Qué quieres decir? Soy su pareja, y soy la luna de la manada", contestó Amelia.

Maia se echó a reír en la grabación. "¿Crees que eres importante para él? Te diré algo: soy la única mujer que le interesa. Y te lo demostraré".

"¿Demostrármelo?", mi pareja se mostró desconcertada.

"Voy a saltar de este acantilado y te arrastraré conmigo. Luego le diré a Ernesto que fuiste tú quien me empujó. Veamos a quién le cree. Estoy segura de que confiará en mí y te echará de la manada. Dejarás de ser la luna de la manada después de eso", se escuchó la voz petulante de Maia.

"Maia, ¿qué estás...? ¡Detente! ¡Maia!", se oyó la voz de pánico de mi pareja.

Lo que se escuchó después fue el grito de socorro de Maia antes de que se oyeran los chapoteos. Todos sabíamos lo que había ocurrido luego.

Volví a pulsar el botón para detener la reproducción de la grabación y la miré con frialdad.

"Ernesto, las cosas no pasaron así", Maia se acercó a mí e intentó agarrarme de los brazos, pero la esquivé.

"La grabación ha sido alterada. No se registraron las palabras que ella me dijo antes de que yo mencionara todas esas cosas", luego me miró con lágrimas en los ojos, como si la hubieran agraviado.

Enarqué una ceja y le pedí explicaciones.

"Ella dijo que no debería estar más aquí, ya que mi compañero había muerto, y ahora ella era la luna de la manada. También mencionó que yo era un estorbo porque tú te preocupas más por mí que por ella", la voz de Maia se quebró y comenzó a llorar.

"Ernesto, sabes que amo mucho a tu hermano. Jamás pensé en alejarte de Amelia, pero ella me veía como una amenaza. Dije e hice todo eso porque ella se burlaba de mí y me intimidaba", empezó a sollozar.

"Amo a tu hermano y a esta manada. Temía que te dejaras influir por sus palabras y le creyeras y me echaras de aquí. No tendría a donde ir si me desterraras. Estaba embarazada de tu hermano. Fue el único regalo que me dejó. Si Amelia no se burlara de mí ni me amenazara, no me hubiese puesto en peligro ni a mí ni al bebé", me miró con lágrimas en los ojos y un aspecto tan lastimero que no pude evitar conmoverme.

Mi pareja parecía de las personas que amenazaban, así que era cierto lo que decía Maia. Me preocupaba más ella que mi compañera. Ella debió sentirse aludida por la presencia de mi cuñada y decidió amenazarla.

Ella se limpió las lágrimas y sonrió con tristeza. "Sé que soy una carga para ti. Me tienes que cuidar por tu hermano y por el bebé que llevaba en mi vientre. Pero ahora he perdido a mi hijo. A lo mejor ella tenía razón. No debería estar más en esta manada. Me iré en este momento".

Se dio la vuelta para marcharse, sin embargo, su cuerpo se tambaleó justo cuando dio tres pasos y se desmayó.

"¡Maia!", la atrapé antes de que cayera al suelo y la coloqué sobre la cama. Se veía muy pálida. Todo esto era culpa de Amelia. «¡¿Aún así se atrevía a separarme de mi cuñada?! ¡Esta vez no la dejaré escapar tan fácilmente!»

‘¡Ernesto, est*pido de m*erda! Las pruebas indican claramente que fue culpa de Maia, ¿y tú sigues creyéndole solo porque actuó de forma lastimera? Eres un id*ota!’, me gritó Roberto.

Iba a contestarle pero oí la voz de Hugo a través del enlace mental. "Alfa, la manada se enteró de la grabación".

"¿Cómo?", pregunté. Mi beta me lo había dado esta mañana. «¿Acaso Amelia se lo dijo a alguien más? ¡Esa z*rra!»

Como era de esperar, nadie se atrevió a decir otra palabra después de mi intervención. Bajé del estrado para ir a mi estudio con Hugo y algunos subordinados a idear un plan para que el escándalo no se extendiera.

Pero para mi disgusto, uno de mis subordinados me contó que muchos hombres lobo de otras manadas ya se habían enterado del incidente.

¡J*der! Esto estaba descontrolándose. No había forma de silenciar a los miembros de otras manadas.

De pronto, la puerta del estudio se abrió con un fuerte golpe, mejor dicho, a patadas, y mi padre, alfa Mateo, apareció con una expresión de furia.

Aunque ya no era el alfa de la Manada Garra Roja, su aura de autoridad seguía siendo lo suficientemente fuerte como para hacer que todos bajaran la mirada y se mostraran sumisos ante él.

"¡Ernesto! ¡Mira lo que han hecho tus mujeres Maia y Amelia! ¡Esto es humillante para la Manada Garra Roja! ¡Te recomiendo que te encargues de esto enseguida!", gritó, e incluso a mí me afectó su aura de alfa.

Quería decirle que Maia no era mi mujer y que Amelia había roto nuestro vínculo de pareja, pero sabía que no era buen momento para sacar el tema.

"No te preocupes, papá. Intentaré encontrar la manera de calmar la situación", le dije con serenidad a pesar de que yo también estaba enfadado y molesto por el escándalo.

"¡Será mejor que lo hagas!", mi padre bufó y se marchó furioso.

"¡Traigan a Amelia para acá!", di la orden a mis subordinados.

"Alfa, ella abandonó la manada ayer después de darme la grabación. Y dijo que no volvería", me comentó Hugo.

¿Qué d*monios? Seguramente sabía que la grabación causaría un escándalo a la Manada Garra Roja, ¿y se atrevió a huir?

"¡Encuéntrenla y tráiganmela como sea!", ordené a mis subordinados.

Ella fue la causante de esto, y debería ser ella la que se ocupara de este p*to asunto.

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