Resumo do capítulo Capítulo 21 de Mi ex-Luna rechazada, vuelve conmigo
Neste capítulo de destaque do romance Hombre lobo Mi ex-Luna rechazada, vuelve conmigo, Internet apresenta novos desafios, emoções intensas e avanços na história que prendem o leitor do início ao fim.
Desde el punto de vista de Amelia
Me convertí en el centro de atención de la reunión gracias a Lola, pues el vestido que había elegido para mí y el maquillaje eran perfectos.
Algunos me elogiaban, mientras que otros me veían de forma extraña y chismeaban detrás de nosotras.
Pero, gracias a nuestro oído de lobo, podíamos escuchar lo que estaban diciendo, aunque estuvieran susurrando.
"¿No es ella la ex-Luna de Ernesto?", se escuchó a una mujer preguntar a sus amigas.
“No sé cómo no le avergüenza venir a una reunión tan importante como ésta”, dijo otra mujer.
“¿No saben que es la heredera de la Manada Plenilunio? ¡Ella es el Alfa de la segunda manada más poderosa de este continente!", se escuchó decir a alguien.
Una de ellas respondió: “Y qué importa si ella es la Alfa de la Manada Plenilunio. Eso no cambia en nada el hecho de que es una loba rechazada, y ¿quién querría a alguien así?".
Sentía que Lola echaba humo a mi lado. "¡Esas z*rras! No saben de lo que están hablando, tú eres hermosa y poderosa. Además, fuiste tú quien rechazó a Ernesto y ¡no al revés! ¿Por qué te miran así? Permíteme darles una lección".
La detuve cuando estaba a punto de ir hacia las lobas chismosas. Me sentí conmovida al ver lo preocupada que ella estaba por mí, pero no le serviría de nada pelearse con ellas.
“Te agradezco que cuides de mí, pero ya no te preocupes, Lolin. Estoy acostumbrada a escuchar sus prejuicios desde el momento que fingí ser una huérfana débil y dejé todo por estar con él. La verdad es que ya no me importa lo que digan", le dije tratando de consolarla.
Ella estaba furiosa: "¿Cómo es posible que no te importen todas las mentiras que están diciendo?".
Le acaricié la cabeza con impotencia, ella era una loba tan linda, pero a la hora de defender a sus amigos era muy feroz. "Estamos en el territorio del Rey Alfa, no creo que quieras hacer una escena".
Abrió la boca para decir algo, pero luego hizo un gesto de fastidio. Yo sabía que no se atrevería a hacer una escena en ese lugar, ya que no quería dar mala fama a su manada, puesto que esa noche ella era la representante de la Manada Novilunio.
Esa reunión se llevó a cabo en la Manada Corona, que era la manada más fuerte, que tenía como su Alfa a Octavio Enrique, el Rey Alfa, el más fuerte de todos los Alfas. Así que nadie se atrevía a hacer una escena delante de él.
Se hizo un alboroto en la puerta del salón, volteé a ver. Eran Ernesto y su Beta Hugo.
Comparado con otros Alfas que estaban presentes en el lugar, tuve que reconocer que Ernesto se veía muy guapo y poderoso. Ninguno podía compararse con él, especialmente cuando vestía un traje negro a medida, que mostraba su cuerpo musculoso.
Hugo también estaba muy guapo. Los dos se veían muy bien uno al lado del otro, eran todo un espectáculo para la vista.
Su aparición, como era de esperarse, atrajo la atención de muchas lobas que acudieron a él como moscas a la miel.
Por mi parte, suspiré, no importaba cuánto lo odiara, eso no cambiaba el hecho de que él era atractivo.
Recordé que alguna vez, cuando todavía estábamos juntos, le dije que era muy guapo y él me contestó en tono burlón que yo tenía buen gusto, con eso me di cuenta de que era un m*ldito narcisista.
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Desde el punto de vista de Ernesto
Entré al salón acompañado de Hugo y de inmediato me sentí muy molesto cuando un montón de lobas nos rodearon.
Esa fue una de las razones por las que reclamé a Amelia y me casé con ella: para deshacerme de todas esas lobas que se arrojaban sobre mí.
Me repugnaban sus palabras aduladoras, me sentía muy incómodo y lo único que quería era escapar de allí lo antes posible.
Las palabras de Celia me hicieron sentir incómodo. Por lo que se veía el vestido de Amelia no tenía nada de malo. Aunque era s*xy, se notaba que era elegante y con clase. Además, barato no era, si bien yo no sabía mucho sobre ropa de mujer, sí podía distinguir entre vestidos baratos y caros.
“¡De seguro el Rey Alfa no conoce la clase de persona que es! ¿Cómo podría invitar a una loba tan vulgar a una reunión cómo ésta?", Celia no paraba de insultar a Amelia y yo ya estaba cansado de sus palabras ofensivas.
Me molestó mucho que seguía insultando a Amelia. Sus palabras no reflejaban a una representante de la Manada Garra Roja y eso me enfureció.
“¡Celia!”, le hablé tranquilamente, la miré fijamente y liberé mi aura de Alfa sólo contra ella.
"E-Ernesto", balbuceó y su cuerpo se estremeció antes de bajar la mirada y ladear la cabeza, mostrándome su cuello en señal de sumisión.
"Ten cuidado con lo que dices, no olvides que eres una de las representantes de la Manada Garra Roja", le advertí mediante un gruñido aterrador.
“E-Está bien, Alfa, perdóname", me dijo con la voz temblorosa.
Reprimí mi aura Alfa, para liberarla de la sumisión. Me volteó a ver cuando ya no estaba en sumisión, y vi desconcierto y miedo en sus ojos.
Era la primera vez que le hablaba así, o que la obligaba a someterse, por eso no me extrañaba que me tuviera miedo en ese momento.
"No te olvides de mis palabras", volví a advertirle antes de darme la vuelta para alejarme lo más que pudiera de ella.
No quería oír ni una más de sus palabras, mucho menos los insultos que estaba diciéndole a Amelia, pues eso me hacía sentir incómodo y enojado. Y la realidad era que yo no sabía por qué me sentía así.
Tal vez el motivo sería que Amelia era mi ex-Luna, y yo todavía seguía siendo posesivo con ella.
El único que podía insultarla o humillarla era yo, porque me había engañado durante los tres años que estuvimos juntos. Pero nadie más podía insultarla, ni siquiera mi hermana malhablada.
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