Resumo de Capítulo 22 – Uma virada em Mi ex-Luna rechazada, vuelve conmigo de Internet
Capítulo 22 mergulha o leitor em uma jornada emocional dentro do universo de Mi ex-Luna rechazada, vuelve conmigo, escrito por Internet. Com traços marcantes da literatura Hombre lobo, este capítulo oferece um equilíbrio entre sentimento, tensão e revelações. Ideal para quem busca profundidade narrativa e conexões humanas reais.
*Punto de vista de Amelia*.
Me volteé hacia Lola y Sam, que estaban a mi lado, y les pregunté: “Así que, ¿debería ir a hablar con los invitados?”.
“Pronto serás Alfa de la Manada Plenilunio, Alia, así que lo mejor es que te hagas conocer. Nos será más fácil cooperar con ellos si están conscientes de tu existencia”, argumentó Sam.
Un suspiro se me escapó al pensar en ello. Ese tipo de eventos no eran mi especialidad. Me agotaba tener que hablar con tantas personas y estar siempre sonriendo. Sin embargo, sabía que tenía razón. Aunque la Manada Plenilunio era la segunda más fuerte, sería favorable conocer a otros Alfas poderosos, lo que nos podría ayudar a cooperar en el futuro, tal y como Sam mencionó.
Antes de que pudiéramos movernos, algunos Alfas ya nos rodearon.
Uno de ellos se adelantó: “He oído hablar de su poderosa reputación como líder femenina de la manada, Alfa Amelia. No dudo de que la Manada Plenilunio sólo se fortalecerá bajo su liderazgo”.
Como no conocía a la mayoría de los Alfas que se acercaron, no estaba segura de cómo responderle. Por fortuna, Sam me susurró: “Es el Alfa Kevin de la Manada de Asechadores Nocturnos”.
Teniendo eso en cuenta, le sonreí: “Gracias por confiar en mí, Alfa Kevin. Me aseguraré de no defraudarlos, y fortalecer mi manada al mismo tiempo. Espero que la Manada Plenilunio y la Asechadores Nocturnos puedan cooperar exitosamente en el futuro”.
Una sonrisa brillante apareció en el rostro del Alfa Kevin, que luego chocó su copa contra la mía. En consecuencia, tuve que beberme un poco de vino.
Seguí así durante bastante tiempo. Todos sabían que además de ser la ex luna de Ernesto, -razón por la que pude asistir a la reunión-, también fui la heredera de la Manada Plenilunio. Así, aprovecharon para hablarme sobre futuras cooperaciones.
Era muy buena para hablar con la gente, ya que mi padre me había entrenado para ello. Pero, aun así, me resultaba agotador.
Luego de hablar con una gran cantidad de Alfas y Betas, empecé a sentirme cansada. Lola, que estaba a mi lado, fue la primera en percatarse. Nos disculpamos con los invitados y nos apartamos hacia un rincón con sofás para descansar un poco.
“Por la Diosa, creo que ya estoy vieja”, gemí. “Me cansé de sólo hablar con varias personas, y los pies me están matando”.
“¿Cómo puedes sentirte vieja? Sólo tienes veintidós”, se rio Lolin mientras me daba unas palmaditas en la mano. “Lo que pasa es que luego de estar tres años encerrada por la Manada Garra Roja, no estás acostumbrada, pero pronto te pondrás al tanto. En especial cuando te conviertas en Alfa”.
“¿Podría pedirle a Sam que asista a estos eventos en mi lugar?”, pregunté, intentando zafarme de una futura situación similar.
Lola rió: “Si le pides a Sam que asista en tu lugar, de seguro terminará arrastrándote en contra de tu voluntad”. Luego, me miró los pies y preguntó: “¿Te duelen?”.
Asentí mientras me recostaba en el sofá con pereza: “Sí. No uso tacones hace bastante tiempo”.
“Pues tienes que acostumbrarte, porque de ahora en adelante, ¡sólo puedes usar tacones!”, exclamó con una mirada brillante.
Quedé atónita al escucharla. ¿Qué pasaba si vestía ropa casual? ¿Necesitaba usar tacones de todos modos?
“Debes usar tacones siempre, sin importar la ropa que vistas. O también puedes usarlos en la casa, para acostumbrarte”, intervino, como si pudiera leer mis pensamientos.
Sacudí la cabeza, impotente.
“¡Amelia!”. En ese momento, la enojada voz de Celia sonó. Acto seguido, la vi acercarse a nosotras.
«Ya empezamos…», pensé.
“¿Qué haces aquí? Esta es una reunión para Alfas poderosos. No es lugar para una z*rra como tú”, se burló.
“¿Una z*rra? Si Amelia es eso, ¿entonces cómo deja eso a tu hermano? Después de todo, la reclamó como pareja. Además, tu información es incorrecta: Alia es la poderosa alfa de la Manada Plenilunio”, la cortó Lolin.
Casi suelto una carcajada al escucharla. Lola era salvaje pero tenaz. Claro, si yo era una z*rra, ¿qué decía eso de Ernesto? ¿No sería humillante tener a una mujer así como Luna por tres años?
“¡Tú!”, replicó Celia. Su rostro se ruborizó. Estaba iracunda al no saber cómo responderle a Lolin.
De repente, gritó: “¡Guardias!”. Levanté una ceja, esperando ver qué haría a continuación.
“¡Sí! ¡Así es! Sabía que es un evento importante, y como no logró que la invitaran, falsificó una invitación”, asintió, mirándome con desdén.
“¿También intentó robar tu brazalete?”, siguió él, mirando la joya alrededor de la muñeca de Celia.
Sintiendo que había encontrado un fuerte aliado, ella levantó la mano para exponer ante él y ante todos la pulsera que supuestamente había intentado robarle.
“Sí. Como pueden ver, es un brazalete de diamantes. Y ella debe anhelarlo, así que quiso robármelo”.
Miré la pulsera y me burlé en mis pensamientos. Era un simple y ordinario brazalete, compuesto de un único diamante de un quilate, rodeado de otros más pequeños. ¿Por qué robaría algo tan barato?
Como si estuviera meditando las palabras de Celia, el Rey Alfa permaneció en silencio.
Siendo tan tonta como siempre, ella intentó persuadirlo para que nos echaran a Lola y a mí: “No debería permitir que una mujer de esa calaña esté en esta reunión, Rey Alfa, ¡sólo disminuirá la reputación de la misma!”.
“Entonces, ¿dices que ella falsificó una invitación, se coló a la fiesta, y además trató de robar tu brazalete de diamantes? Y en consecuencia, ¿no merece estar aquí?”, repitió él.
Celia asintió con ahínco. Para ese momento, parte de la multitud ya estaba susurrando chismes sobre mí.
Finalmente, el Rey Alfa esbozó una sonrisa y se acercó a mí.
Como la malvada mujer estaba detrás de él, no fue capaz de ver su sonrisa.
Se emocionó al creer que él se enojaría y haría que me sacaran del lugar.
Sin embargo, las posteriores acciones del hombre hicieron que el lugar se sumiera en un silencio sepulcral.
“Pero fui yo quien invitó personalmente a la Alfa Amelia, así que, ¿cómo es eso posible?”, inquirió con ironía. Luego de hablar, tomó mi mano y besó con ligereza el dorso.
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