Mi ex-Luna rechazada, vuelve conmigo romance Capítulo 24

Leia Mi ex-Luna rechazada, vuelve conmigo Capítulo 24

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Mi ex-Luna rechazada, vuelve conmigo por Internet

••• Punto de vista de Ernesto •••

“Ernesto, ¡¿cómo dejaste ir tan fácil a esa p*rra, después de lo que me hizo?!", se quejó Celia, azotando su tacón contra el piso.

"¡Ya fue suficiente!", le advertí con seriedad. No permitiría que siguiera avergonzándonos.

Estaba profundamente decepcionado de ella. No se estaba comportando a la altura de una representante de la Manada Garra Roja. De hecho, ¡solo nos dejaba en vergüenza!

Celia hizo caso a mis palabras y se calló, pero puso cara de pocos amigos.

Miré el desastre en el que se había convertido mi hermana. Estaba empapada en vino tinto de la cabeza a los pies. Su vestido no era lo único que se había arruinado: en el suelo yacían los diamantes de su pulsera. Al lado de las joyas estaba el cheque que mi ex pareja le había aventado a la cara. No podía creer lo que había visto, pues durante nuestro matrimonio Amelia siempre se había mostrado tranquila y obediente.

«¿Y si solo estaba fingiendo y esta es su verdadera personalidad? ¿Qué otras cosas me habrá ocultado?», pensé.

“Vi la pulsera de Amelia, la próxima alfa de la Manada Plenilunio y no tengo dudas de que era uno de los diseños exclusivos de Joyas Flor de Durazno. Estaba formada por tiras que se ajustaban perfectamente a su muñeca y todos los diamantes eran al menos de un quilate. La verdad es un diseño muy caro. Lo digo porque lo coticé, pero no lo compré: no quería gastar veinte millones de dólares por una sola pulsera. Ahora que lo pienso, ¿por qué Amelia querría robar la pulsera de Celia, que prácticamente es una baratija comparada con la suya?", comentó una mujer lobo, lo suficientemente fuerte para que todos en el salón la escucharan.

Esas palabras me recordaron la conversación que tuvieron Amelia y el Rey Alfa. Este último había reconocido la pulsera de mi ex pareja como un diseño original de Flor de Durazno, lo que era prueba suficiente para desmentir la versión de Celia.

Entrecerré los ojos. ¿Acaso mi hermana había querido culpar falsamente a Amelia?

Al percibir que había descubierto su mentira, el rostro de mi hermana se puso rojo de vergüenza, pero aun así mantuvo su postura: “¡Yo no lo creo! ¡Esa cosa debe ser falsa! Cuando estuvo en nuestra manada esa mujer era una muerta de hambre, es imposible que consiguiera el dinero para comprar algo tan costoso".

Sus palabras encendieron nuevamente las especulaciones. Los demás se pusieron del lado de Amelia. No los culpaba, pues todos sabíamos que las piezas de Flor de Durazno eran creadas con tanta minuciosidad que no había persona en el mundo capaz de copiarlas.

Una de las presentes señaló que la pulsera era original. Ella había visto el diamante naranja, en forma de durazno, en el broche de la pulsera de Amelia. Esa joya era la firma de Flor de Durazno y todos sabíamos que era imposible falsificarla.

Al escuchar las burlas y las risas contra su persona, Celia volvió a azotar su tacón contra el piso y dijo: "¿Cómo se atreve esa m*jerzuela a humillarme así frente a los demás alfas? ¡Juro que la próxima vez que nos veamos le devolveré el favor!".

Mi hermana se dirigió hacia la salida, lanzando amenazas e insultos contra Amelia. Sin embargo, eso no la detuvo para agacharse a recoger el cheque que ella le había aventado a la cara.

Mi humor empeoró. ¡Mi hermana no podía dejar de humillarnos ni un segundo! No solo había dado un espectáculo y se había rebajado al recoger el cheque, ahora se iba sin despedirse del Rey Alfa.

Apreté los puños y rechiné los dientes, con la mirada fija en Celia, mientras ella se iba. Le daría una lección una vez que volviéramos a nuestra manada.

Sin embargo, tenía asuntos más importantes que atender en ese momento. Inhalé profundamente, y me dirigí al Rey Alfa. "Disculpe todas las molestias que causó mi hermana", le pedí, inclinándome para que el hombre viera que lo decía en serio.

"Que no vuelva a suceder", respondió él, agitando la mano. A pesar de su actitud y su tono despreocupado, sabía que esa era una advertencia.

Acto seguido, el Rey Alfa se dio la vuelta y caminó hacia el otro lado del salón, sin darme oportunidad de responder.

Ya no tenía ganas de estar ahí. Me dirigí hacia la puerta principal del castillo, con sentimientos encontrados sobre la velada.

Era una noche sin luna. Como mi manada no estaba lejos y yo necesitaba organizar mis ideas, decidí que caminaría hasta mi hogar. Contacté mentalmente a Hugo para contarle de mis planes y le pedí que devolviera el carro a casa.

La suave brisa que corría no me ayudó a despejar mi mente. Una y otra vez repetía en mi cabeza el momento tan vergonzoso que había ocurrido en la reunión. No dejaba de asombrarme el cambio de Amelia. Se había mostrado decidida y feroz, como si quisiera probar que tenía lo que se necesitaba para ser la siguiente alfa de la Manada Plenilunio.

Pero, ¿cómo pudo ser tan cruel y despiadada como para humillar a quien alguna vez fue su cuñada frente al Rey Alfa y los demás líderes de las manadas? Además, como mi hermana era una de las representantes de la Manada Garra Roja, era como si nos hubiera dado una cachetada a todos mis hombres y a mí.

Aun así, tenía que reconocer que Celia tenía parte importante de la culpa, pues había iniciado la pelea. Suspiré resignado, sin saber muy bien qué hacer.

Capítulo 24 1

Capítulo 24 2

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