Resumo de Capítulo 29 – Uma virada em Mi ex-Luna rechazada, vuelve conmigo de Internet
Capítulo 29 mergulha o leitor em uma jornada emocional dentro do universo de Mi ex-Luna rechazada, vuelve conmigo, escrito por Internet. Com traços marcantes da literatura Hombre lobo, este capítulo oferece um equilíbrio entre sentimento, tensão e revelações. Ideal para quem busca profundidade narrativa e conexões humanas reais.
El punto de vista de Amelia.
Al ver al nuevo grupo de hombres lobo, mi corazón empezó a latir con fuerza. «¿Celia llamó a más gente?»
Pero al percibir su olor, exhalé un suspiro de alivio. Eran miembros de la Manada Novilunio.
El gran número de hombres sorprendió a Celia. Así que, soltó el cuchillo que sostenía y salió corriendo con sus subordinados.
Lola había vuelto a su forma humana y se acercó a mí. Yo también me transformé, ya que mi ex cuñada y sus secuaces se habían marchado.
"¡Alia! ¡Estás malherida! ¿Qué te han hecho?", preguntó con voz preocupada.
Quiso tocarme, pero me quejé del dolor.
"¡Deprisa, llévenla a la Manada Plenilunio! ¡Allí tienen al mejor médico! Está muy herida, y sus lesiones no se curan!", mi amiga le gritó a sus hombres.
Sentí que alguien me alzaba en brazos antes de desmayarme por el insoportable dolor.
Cuando recobré el conocimiento, me encontraba ya en mi manada. Lola estaba sentada junto a mi cama, con cara de angustia.
"¡Alia, estás despierta!", se abalanzó sobre mí, y vi que tenía los ojos enrojecidos e hinchados como si hubiera estado llorando.
"¿Qué me ha pasado?", le pregunté con voz débil. «¿Qué me hizo Celia?» Jamás me había sentido tan débil durante una batalla hasta que caí al suelo y no pude mover ni un centímetro de mi cuerpo. Aquel dolor insoportable...
Comenzó a darme largas explicaciones. "Les pedí que te trajeran aquí ya que tienes el mejor médico. Al llegar, Sam estaba muy preocupado. Todos nos preguntábamos cómo era posible que estuvieras tan grave cuando tienes una extraordinaria capacidad curativa, ¡sobre todo él! Entonces descubrió que tus heridas estaban cubiertas de acónito".
¿Acónito? Con razón me debilité y sentí una insoportable sensación de ardor en mis heridas, y no pudieron sanar como de costumbre.
Por lo que fruncí el ceño y pregunté: "¿Cómo consiguieron poner acónito en mis heridas?"
Hasta donde recuerdo, luchábamos en forma de lobo, y nadie tenía botellas sospechosas en la boca. Era imposible que rociaran acónito con sus garras o patas debido a la ferocidad con la que peleábamos.
"¡Debe ser Celia! Fue la única que permaneció en forma humana, y la recuerdo acercándose a ti cuando luchabas. Ella debió rociar el acónito".
Puse una expresión seria. «Celia, ay, Celia. De verdad querías matarme.»
"¿Cómo te sientes ahora, Alia?", preguntó Lolin con inquietud.
"Débil", respondí con sinceridad.
"El médico te había quitado el acónito de las heridas. Pronto te curarás y te recuperarás, pero me ha dicho que tardarás en recuperarte del todo", explicó preocupada.
Le sonreí, a sabiendas de que era una sonrisa débil. "No te preocupes por mí, Lolin. No pienso morir tan fácilmente. Y gracias por traerme aquí. ¿Y tú? ¿Cómo están tus heridas?
"Estoy bien, Alia. Cuando llegamos a tu manada, mis heridas estaban casi curadas y ahora estoy como nueva", dijo.
Exhalé un suspiro de alivio.
"Alia...", sus ojos se pusieron de nuevo rojos. "Gracias por ayudarme. No tendrías tantas heridas si no fuera por mí".
Logré emitir una pequeña risita y fui capaz de levantar el brazo para darle un beso en la cabeza.
"Eres mi mejor amiga, siempre te salvaré sin importar lo que pase. La culpa no fue tuya", le aseguré. "Además, tú te viste involucrada por mí. No sabía que Celia me odiaba hasta el punto de querer matarme".
"¡Esa p*rra se ha excedido! ¡Cómo se atreve a intentar matarte! Si no hubieran llegado a tiempo mis hombres...", Lola se estremeció, y vi que sus ojos empezaban a llenarse de lágrimas.
Sí, tuve suerte de que sus miembros llegaran a tiempo, o mi excuñada me habría apuñalado y tal vez no habría sobrevivido. Ese pensamiento también me hizo estremecer, pero actué con tranquilidad frente a mi amiga. Ella no tenía por qué sentirse tan mal.
"Oye, tranquila, Lolin. Estoy bien ahora, ¿no?", seguí acariciando su cabeza para consolarla.
¿Mi invitación se perdió en el correo? No, era imposible. Ahora ya no se utiliza este medio. Siempre recibíamos las invitaciones en la manada. Entonces, ¿por qué no la recibí?
"Celia, ¿con qué vestido irás?", preguntó emocionada mi amiga, la hija del Alfa Bruno de la Manada de Plata Blanca.
Todas ellas empezaron a discutir sobre el tipo de vestido que iban a llevar, ya que la fiesta se celebraría mañana.
"Tienes tanta suerte de tener muchos vestidos para elegir", suspiró otra amiga.
"Aunque no importa lo que nos pongamos, nunca podremos compararnos con la anfitriona. Alfa Amelia es muy hermosa y nadie puede opacarla", suspiró otra con tristeza.
En cuanto oí el nombre de Amelia, supe por qué no me habían invitado. «¡Quería humillarme a propósito!»
"Aunque tal vez no vaya. Me acabo de acordar de que mi padre me pidió que hiciera algo mañana", mentí diciendo que no podía asistir a la fiesta.
"Ay... Qué lástima, Celia. He oído que la fiesta va a estar muy buena", dijo mi amiga.
"Chicas, sigan conversando sobre sus vestidos. Ya tengo que irme", fingí sonreírles y me despedí de ellas.
Regresé a la Manada Garra Roja, enfadada por el evidente plan de Amelia de excluirme de la fiesta de las hijas alfa.
Maia, quien había permanecido callada y olvidada por Ernesto, pareció darse cuenta de mi estado de ánimo. "¿Qué ha pasado, Celia?", preguntó.
"La z*rra de Amelia está organizando una fiesta para todas las hijas alfa y no me invitó. Aunque lo hiciera, no iría", bufé con desdén.
Entonces Maia me agarró de la mano. "Tienes que ir. Es la oportunidad perfecta para que todos vean qué clase de p*rra es".
Sus palabras lograron convencerme de ir a la fiesta. Estaba en lo cierto. ¡Teníamos que ir y demostrarle a todo el mundo que Amelia era una z*rra!
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