Mi ex-Luna rechazada, vuelve conmigo romance Capítulo 35

Resumo de Capítulo 35: Mi ex-Luna rechazada, vuelve conmigo

Resumo de Capítulo 35 – Capítulo essencial de Mi ex-Luna rechazada, vuelve conmigo por Internet

O capítulo Capítulo 35 é um dos momentos mais intensos da obra Mi ex-Luna rechazada, vuelve conmigo, escrita por Internet. Com elementos marcantes do gênero Hombre lobo, esta parte da história revela conflitos profundos, revelações impactantes e mudanças decisivas nos personagens. Uma leitura imperdível para quem acompanha a trama.

El punto de vista de Amelia.

Me sorprendí cuando vi a Nico transformarse en lobo. No esperaba que lo hiciera solo porque Ernesto venía hacia mí furioso. No me imaginaba que mi amigo pudiera ser tan... protector.

Blas, su lobo, me pareció muy bonito, sobre todo por el pelaje negro que tenía alrededor de uno de sus ojos. Por supuesto, no era tan poderoso como un lobo alfa, pero era muy bueno en tácticas. Él podía derrotar a sus oponentes utilizando solo sus habilidades estratégicas.

Los ojos de mi excompañero se agrandaron al ver a Blas. No esperaba que mi amigo se transformara para protegerme.

Pude ver cómo sonreía, como si fuera a disfrutar de la lucha contra Blas, o tal vez porque lo menospreciaba. Sea cual sea la razón de su alegría, no tardó en transformarse en Roberto.

Roberto era el lobo negro más bonito que jamás había visto. A diferencia de otros, sus ojos eran una combinación de plata y oro. Aunque la mayoría de los lobos alfa también eran de color negro, ninguno tenía el pelaje tan brillante como la de él.

El lobo de Ernesto le gruñó a Blas y se lanzó contra él sin previo aviso. Por lo visto, el lobo de mi amigo se dio cuenta y pudo esquivarlo.

Puede que esté loca, pero me quedé asombrada al ver a los dos hermosos lobos luchando. Roberto era agresivo en sus ataques, pero Blas era más sereno y tranquilo, aunque seguía mostrando sus colmillos y gruñendo.

Al saber que no sería capaz de derrotar a Roberto, Blas comenzó a utilizar una de sus tácticas. Se abalanzó adrede y luego retrocedió, dejándose incluso herir por el lobo de mi excompañero a propósito.

Después de haber visto esta táctica, supe que estaba intentando agotar la energía de Roberto. Quería cansarlo, tanto como pudiera, y atacarlo al mismo tiempo.

Como Roberto era de los que atacaban sin piedad, no se dio cuenta de lo que hacía Blas. Fue sorprendente ver al lobo de mi amigo en acción.

La batalla fue muy reñida y ambos sufrieron muchas heridas. Las marcas de las garras y la sangre que brotaba de sus lesiones les daban un aspecto aún más salvaje.

"Alfa Amelia, debe detenerlos. Estamos en la Manada Garra Roja. No le conviene a Nicolás", dijo con nerviosismo el médico.

Fue entonces cuando recordé que estábamos en territorio de Ernesto y que el doctor tenía razón. Si le pedía a los miembros de su manada que vinieran, sin duda Blas acabaría muerto.

"¡¿Qué está ocurriendo aquí?!", de repente oí una voz enfadada y retumbante antes de que pudiera pedirle a mi amigo que dejara de pelear.

"Alfa Mateo, el otro lobo es Nicolás González, un excelente médico de la Manada Novilunio y amigo de alfa Amelia. Fui yo quien les pidió que vinieran a ayudar a curar a Celia y Maia. Por favor, haga que dejen de pelearse, ¡o el hospital quedará destruido!", explicó el doctor y suplicó al padre de Ernesto.

Al mirar a mi alrededor, vi que las paredes del hospital tenían muchas marcas de garras, y algunas incluso estaban abolladas, pero no había mucha destrucción.

Noté la mirada de alfa Mateo fija en mí, y se la devolví con indiferencia. Ya no era mi suegro, y su manada era más débil que la mía; no tenía por qué temerle.

El hombre abrió la boca y yo estaba lista a recibir su ira, pero lo que dijo me dejó estupefacta.

"¡Ernesto, Roberto, paren de pelear ahora mismo!", gritó con su tono alfa.

Cuando Roberto estaba por abalanzarse sobre Blas, se detuvo antes de alcanzarlo. Gruñó y volvió a transformarse en Ernesto.

Al ver la forma humana de Ernesto, Nico se transformó. Me sonrojé, mientras miraba a los dos hombres d*snudos y perfectamente musculosos.

Ambos jadeaban y se encontraban heridos. Se veían exhaustos, más mi excompañero, debido a la táctica de Blas durante su pelea.

"Deprisa, trae ropa para Nico", le dije al médico.

Percibí el disgusto de Ernesto ya que solo me preocupaba por mi amigo y no por él, pero no me importó.

Creí que iba a transformarse y empezar una pelea otra vez, pero se quedó callado mientras me miraba abrazada a Nico. Enseguida, su expresión se volvió triste y dolida. Hasta pude ver un destello de angustia en sus ojos antes de que se diera la vuelta y se alejara de nosotros.

Me sorprendió su expresión, en especial esa angustia... Pero supuse que solo era mi imaginación porque era imposible que él se sintiera desconsolado si yo tenía otra pareja. Él nunca me quiso.

Llegué a la conclusión de que su reacción se debía a que su ego estaba siendo aplastado. Un alfa frío con arrogancia enorme como él, que seguía siendo posesivo con su excompañera, solo podía sentirse así porque no podía soportar que su expareja pudiera encontrar otro compañero.

"Alia, ¿de verdad estás bien?", oí la pregunta de mi amigo, interrumpiendo mis pensamientos.

"Tranquilo, estoy bien. Este tipo de herida no es nada", le sonreí y añadí: "Ah, y gracias", no dije la razón del agradecimiento porque alfa Mateo y el doctor todavía estaban aquí con nosotros.

Si se enteraban de que había mentido, se lo contarían a Ernesto, y este volvería a molestarme, cosa que yo no quería que ocurriera.

Mi amigo sonrió y dijo: "Es un placer", luego volvió a darme un beso en la frente, pero esta vez me sentí incómoda porque se suponía que solo era un espectáculo para mi excompañero. Supuse que seguía interpretando el papel de ser mi pareja frente a alfa Mateo y el doctor.

Me agarró de la mano y se dio la vuelta para mirar a su amigo. "Veamos a las pacientes".

El doctor y alfa Mateo miraron atónitos nuestra demostración de afecto en público, pero las palabras de Nico los hizo volver en sí.

"Bien, Nicolás, alfa Amelia. Síganme, por favor", entonces el médico asintió y nos llevó hacia la sala de Celia y Maia.

Alfa Mateo se puso al lado del médico mientras Nico tiraba suavemente de mi mano.

Yo dudé en acompañarlos, pues no quería volver a ver a mi excompañero, pero al recordar la súplica del doctor y la promesa que le hice, no tuve más remedio que seguirlos y ayudar a curar a mis dos archienemigas.

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