Mi ex-Luna rechazada, vuelve conmigo romance Capítulo 48

Resumo de Capítulo 48: Mi ex-Luna rechazada, vuelve conmigo

Resumo de Capítulo 48 – Mi ex-Luna rechazada, vuelve conmigo por Internet

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••• Desde el punto de vista de Ernesto •••

Me dediqué a vigilar a Amelia desde que llegó con Orlando.

Se veía muy bien, casi perfecta con su vestido color dorado. Parecía una diosa seductora.

Traía su cabello negro suelto pero rizado, el vestido dejaba al descubierto uno de sus hombros, el color dorado acentuaba su piel blanca y el vestido envolvía con suavidad la parte de arriba de su cuerpo, mientras la falda llegaba hasta el suelo.

"Amelia", ronroneó Roberto, su lujuria y la mía se mezclaron mientras veíamos a nuestra s*xy ex-compañera, lo que hizo que mi p*ne se estremeciera.

¡No podía ser que hasta Roberto seguía fascinado con ella!

'¡Compórtate!', le advertí a Roberto y me cambié de lugar para ocultar lo que me estaba pasando, pues sería vergonzoso que me vieran teniendo una er*cción durante una fiesta. Y lo que sería más humillante era que supieran que mi ex-Luna era la causante de eso.

Todos sabían cómo la había tratado durante nuestro matrimonio. En ese entonces no me molestó lo que se dijo, pero en ese momento sí me enojaba mucho que me relacionaran con Maia.

Me sentí como un i*iota por no haberme dado cuenta antes de la verdadera forma de ser de Maia. Gracias a Dios, había podido mantener la distancia con ella desde la repugnante vez que salimos de compras.

Pero esa noche, no había tenido tanta suerte, pues Maia me suplicó que la dejara acompañarme a la fiesta. Según ella, quería venir para encontrarse con sus amigos porque estaban preocupados después de que casi murió y querían ver si en realidad estaba bien.

Deseaba rechazar su petición, pero ella siguió insistiendo y al final no me quedó más que traerla. Sin embargo, cuando trató de tocarme, mi cuerpo la rechazó y se alejó de ella.

Al llegar, le dije que se fuera a reunir con sus amigos en lugar de quedarse conmigo y ella aceptó, por lo que me deshice de ella con éxito.

Permanecí a una distancia prudente de Amelia, preguntándome qué era lo que me estaba pasando. ¿Por qué cuando era mi pareja no me sentía atraído por ella? Y en ese momento me sentía como un acosador, pues la seguía a todas partes y me quería a*ostar con ella.

Ella era perfecta en la cama, y ​​me atraía físicamente por el lazo de pareja. Pero eso ya se había acabado, ya no había vínculo de pareja entre nosotros, lo malo era que me sentía más atraído hacia ella que nunca.

Así que, ¿qué me estaba pasando?

‘Eres un i*bécil’, me dijo Roberto. ‘Eso es lo que pasa’.

‘¡Cállate, Roberto!’, le grité enojado.

‘Mejor dicho, 'eras' un i*iota, muchas veces te dije que la tratarás bien y no le hicieras caso a Maia, el que ella fuera el amor de tu hermano, no significa que la tenías que cuidar como si fuera tu pareja. ¿Qué es lo que pasó? Ya te diste cuenta de que Amelia es perfecta, pero debido a tus tontas acciones ya es demasiado tarde. La hemos perdido’, siguió Roberto regañándome, ignorando deliberadamente mi orden de que se callara.

‘¿La perdí?, no lo creo porque ella me amaba mucho. Entonces si quiero, la recuperaré muy fácilmente’, le dije con arrogancia.

‘Sí, lo que tú digas, Ernesto. Sigue engañándote’, Roberto se burló de mí.

Estaba a punto de rebatirle, cuando vi que de repente Amelia se puso rígida y se disculpó con el Rey Alfa y su hermano.

Luego se dio la vuelta y caminó apresuradamente hacia una zona específica.

Su actuar me confundió, me pregunté qué había pasado, porque a ella no le importó empujar a algunos hombres lobos debido a la prisa con la que caminaba.

La seguí para ver qué era lo que la hacía caminar apresurada e ignorar todo lo que la rodeaba.

Mientras la seguía, vi a un hombre que descendía por las imponentes escaleras. Se me hizo conocido, ya lo había visto antes, él era nada menos que el Príncipe Alfa, Leonardo.

Era muy misterioso, reservado y sensible. Muy pocos habían visto su lobo, pero sabían que era muy poderoso.

Esa era su fiesta de cumpleaños, por lo que no sería prudente atraer su atención. Su mirada era fría mientras observaba a la multitud, cualquiera podía ver que no estaba disfrutando el banquete.

Pensé en darme la vuelta e irme, pues no quería interponerme en su camino, pero luego vi que Amelia lo miraba con atención y parecía estar como embobada por él.

Algo le estaba pasando a Amelia. ¿Por qué estaba mirando al Príncipe de esa manera? ¿Sería que habían sido amigos antes de que nos casáramos?

Me escondí detrás de una columna para observarlos y ver qué es lo que estaba pasando entre ellos.

Amelia murmuró una palabra que me conmocionó hasta lo más profundo de mi ser, lo que hizo que Roberto aullara de dolor.

'Compañero', esa fue la palabra que dijo Amelia.

Si hubiera hecho todas esas cosas, ella me estuviera viendo de forma amorosa a mí, solo a mí.

Pero la realidad era que en ese momento estaba mirando a su nuevo compañero de esa manera particular.

¿Por qué? ¿Por qué la ignoré y elegí cuidar de Maia? Roberto tenía razón, yo era un i*iota.

Siempre traté a Maia con delicadeza como si fuera mi compañera, mientras que a Amelia la descuidé siendo que era mi pareja. Hasta me molestaba que se acercara a mí y le decía que se alejara.

A mi mente vinieron cada una de las palabras rudas con las que le había hablado durante nuestro matrimonio, además, recordé cómo servía a todos en la manada como una Omega. Pero no hice nada por evitar eso. Para colmo, dejé que los rumores sobre Maia y yo se esparcieran por toda la manada, pensando que era una tontería y que no debería preocuparme por esa situación.

No pensé en cómo se sintió Amelia cuando escuchó esos rumores. ¿Sentiría el mismo dolor que yo estaba sintiendo en ese momento? No, debió sentirse mucho peor porque no solo escuchó que su pareja tenía algo con su cuñada, sino que sin querer le confirmé que los rumores eran ciertos.

¿Qué tan mal debió de sentirse?

Traté de evocar algún recuerdo dulce entre nosotros, pero no había ninguno, excepto el sexo maravilloso.

Yo me acerqué a ella solo para usarla como un desahogo s*xual, por eso Lola tenía razón, fui un m*aldito b*stardo con Amelia.

Lo que estaba viendo debía ser una ilusión. No podía ser cierto que el misterioso y poderoso Príncipe Alfa fuera el compañero de segunda oportunidad de Amelia. Eso era demasiado cruel para mí, pues no podía competir con él de ninguna manera.

Tal vez se debía a que yo estaba borracho y lo que veía era una ilusión. Eso no podía ser real.

Pero no importaba cuánto lo negara, sabía que en realidad estaba sucediendo.

Sonreí con amargura.

¿Cómo era posible que la Diosa Luna le hubiera dado un segundo compañero perfecto?

Cuando vi que el Príncipe Alfa levantaba su mano para tocarla, todos mis sentimientos fueron reemplazados por unos celos intensos.

¡Nadie podía tocar a Amelia! ¡Excepto yo!

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