Resumo do capítulo Capítulo 50 de Mi ex-Luna rechazada, vuelve conmigo
Neste capítulo de destaque do romance Hombre lobo Mi ex-Luna rechazada, vuelve conmigo, Internet apresenta novos desafios, emoções intensas e avanços na história que prendem o leitor do início ao fim.
*Punto de vista de Leonardo*.
Claro, estaba furioso... Maldit* sea… Y «furioso» se quedaba corto para describir lo que sentía en ese momento. Estaba iracundo, en especial cuando vi el dolor en los ojos de mi pareja debido a las absurdas solicitudes de su m*ldito ex para que yo la rechazara.
Me dieron ganas de golpear a ese desgraciado que se atrevía a soltar tonterías sobre rechazarla.
Mi lobo, Pedro, estaba gruñendo y luchando por tomar el control de mi cuerpo, deseando poder arrancarle una extremidad a ese tipo. Por suerte, logré mantenerlo a raya diciéndole que podríamos asustar a nuestra pareja si lo atacábamos en ese momento.
¿Cómo se atrevía a pedirme que la rechazara? Además, hacía parecer que me estaba haciendo un gran favor a mí, a mi padre y a la Manada Corona. ¿Y qué d*monios quería decir con «alguien como ella»?
¿Quién d*ablos se creía que era?
No era más que su ex. La verdad era que me importaba un bledo si mi pareja era una loba rechazada. En el instante en que su embriagador aroma llegó a mi nariz y la vi, quedé cautivado por su belleza.
Su pelo oscuro, largo y voluminoso... Su cuerpo alto y esbelto, con curvas en los lugares adecuados... Y al añadirle las hermosas facciones de su rostro, era una auténtica obra maestra. Pedro estaba aún más obsesionado con ella, deseando tomarla allí mismo.
Fue un error que el tan virtuoso alfa de la Manada Garra Roja la rechazara y rompiera el vínculo con una loba tan deslumbrante.
"Alfa Ernesto, agradezco tu preocupación por nuestra reputación, la de mi padre y la de la Manada Corona. Pero estoy seguro de que podemos lidiar con este escándalo por nuestra cuenta", hablé con calma. "Después de todo, mi padre es el Rey Alfa, así que, ¿quién se atrevería a hablar mal de él? En cuanto a los miembros de mi manada... tampoco tienes que preocuparte por ellos. Llevan tiempo esperando que encuentre a mi pareja. Estoy seguro de que se alegrarán de ver a Amelia y la respetarán, sin importar su pasado o si todavía sigue en contacto contigo".
El maldit* quiso replicar, pero yo continué hablando: "Debo agradecerte, Alfa Ernesto, por rechazar a Amelia. Si no lo hubieras hecho, no estaría emparejado con una loba tan hermosa. Así que no te preocupes por mi relación con ella. Tú puedes pensar lo que quieras sobre su persona, pero yo la valoraré como es debido".
Mantuve mi temperamento bajo control para no asustarla. Escuché cómo la había tratado durante su matrimonio, y que en una ocasión incluso le había exigido que se arrodillara y se disculpara, lo cual fue una gran ofensa para una Luna.
Gracias al cielo, rompieron su vínculo de pareja; de lo contrario, ella habría seguido sufriendo más a manos de él y los Garra Roja.
Vi cómo la expresión del tipo se retorcía y su cuerpo temblaba. Sus ojos oscilaban entre el color de su forma humana y el de su lobo. Sus puños estaban apretados con fuerza a ambos lados de su cuerpo; tanto, que sus nudillos se palidecieron.
Me dieron ganas de reír a carcajadas al ver cómo se enfurecía. ¿Quién lo obligó a decir todas esas tonterías?
Al menos, sabía cuál era su lugar y no se atrevía a montar un espectáculo. Al final del día, era mi celebración de cumpleaños, y yo era el único heredero del Rey Alfa. Sería un idiota si quisiera enfrentarme.
Sonreí al ver cómo luchaba por controlarse.
Ja, ¿quién d*monios era él? Era un don nadie. Debería estar consciente de que no podría hacerme nada, ni coaccionarme a cambiar de opinión sobre aceptar a mi maravillosa pareja.
"Ernesto, deberías dejarnos en paz. Como bien dijiste, soy tu expareja, y el Príncipe Sam es mi pareja ahora. Esto no tiene nada que ver contigo", intervino ella. Pude distinguir la molestia en su voz.
Me sentí orgulloso de ella por tener el coraje de enfrentarse a su ex.
Casi salté de alegría cuando la escuché llamarme «Sam». Todos los demás me llamaban por mi nombre completo: Leonardo. Incluso mi padre. Esa versión abreviada sonaba como una dulce melodía saliendo de su boca.
La expresión del tipo se volvió cruel, y estaba seguro de que iba a amenazarla. Emití un gruñido bajo como advertencia para que se detuviera.
Me miró a mí, luego a Amelia y finalmente se retiró, derrotado. Resoplé, viéndolo irse como el cobarde que era.
En el momento en que se marchó, el ambiente se despejó y volvió a iluminarse. Amelia me miraba con sus encantadores ojos.
"Príncipe Leonardo, ¿por qué no me reconociste como tu pareja aquella noche que me salvaste de los rogues?", preguntó con un toque de melancolía.
Me sobresalté por un instante. "Así que eras la loba plateada…", le sonreí.
Sus mejillas se ruborizaron aún más. Tan adorable... Tan seductora... Tan irresistiblemente tentadora...
Ella asintió con timidez: "Mis amigos también me ayudaron, pero no pudimos encontrar nada sobre ti. Casi me di por vencida, pero al descubrir tu identidad, entendimos por qué no encontrábamos información al respecto", confesó.
Sus palabras me acariciaron el corazón como una pluma. ¡Mi pareja había estado buscándome! ¡Ella también me deseaba! Me sentí extasiado y deseé abrazarla con fuerza, pero me contuve.
«Debo tomar las cosas con calma», me recordé a mí mismo una y otra vez.
"Lo siento", me disculpé, arrepentido de no haberla buscado. Pensé que esa noche había sido una simple ilusión.
Estaba aburrido y decidí dejar que Pedro corriera. ¿Quién podría haber imaginado que veríamos a una hermosa loba de plata siendo atacado por rogues?
La verdad era que nunca pensé que encontraría a mi pareja destinada, ya que siempre preferí la soledad. Así que era de esperar que estuviera tan sorprendido cuando su embriagador y dulce aroma llenó mi nariz, al tiempo que Pedro gritaba la palabra «pareja» en mi mente.
Sabía que la loba plateada y lo que ocurrió esa noche no eran una ilusión. Lo que sí pensé que era una ilusión fue encontrarme con mi pareja destinada. «Tal vez Pedro se ha equivocado», supuse en ese momento. Por eso no me comprometí en buscarla.
Pero al recordarlo, me sentía estúpido. Me aliviaba saber que como ya nos habíamos encontrado, teníamos todo el tiempo del mundo para estar juntos.
“Déjame presentarte a mi padre”, comenté. Con delicadeza, tomé su mano y la guie en dirección a donde mi padre estaba rodeado por algunos de sus amigos cercanos. Uno de ellos era Orlando, su jefe de guardias.
Quería presentarle mi pareja destinada. Seguro que mi padre estaría encantado, ya que había estado preocupado de que yo no tuviera una. Incluso me había presionado para elegir a una loba, pero por fortuna, rechacé esa idea.
No podía esperar a que las dos personas más importantes en mi vida se conocieran.
Comentários
Os comentários dos leitores sobre o romance: Mi ex-Luna rechazada, vuelve conmigo