Mi ex-Luna rechazada, vuelve conmigo romance Capítulo 51

*Punto de vista de Amelia*.

¿Por qué seguía sintiéndome cohibida y sonrojada en presencia de mi nueva pareja?

¿Acaso era por su voz profunda y ronca, que siempre parecía tener un tono seductor con cada palabra que pronunciaba?

O tal vez se debía a la forma en que sus caricias enviaban un agradable cosquilleo a través de mi cuerpo…

Incluso el simple roce de sus pulgares contra el dorso de mis manos se sentía reconfortante.

Era una experiencia completamente diferente a estar con Ernesto. Nunca había sido tímida, ni siquiera cuando tuvimos intimidad por primera vez. Sí, actuaba como una loba con esas cualidades, pero nunca realmente lo fui. Yo era la que siempre intentaba aferrarme a él e iniciar el contacto.

Sin embargo, esta nueva pareja mía lograba hacerme sonrojar como una adolescente.

Sentí cómo tiraba suavemente de mi mano y me llevaba hacia delante. "Déjame presentarte a mi padre", me dijo.

Me quedé paralizada. ¿Quería presentarme ante el Rey Alfa como su pareja? ¿No estaba yendo todo demasiado rápido?

Por más que sintiera algo por él y quisiera estar a su lado, seguía teniendo mis dudas sobre ser presentada como su pareja tan pronto.

Aunque yo ya lo consideraba mi pareja, aceptarlo plenamente como tal era un asunto diferente.

Pareció percibir mi vacilación y dejó de guiarme. "¿Qué sucede, Amelia?", preguntó con preocupación.

"Umm... Príncipe Leonardo... Yo... creo que necesito tiempo. Como sabes, mi última relación terminó de forma desastrosa y destruyó mi confianza en los vínculos de pareja. Así que... ¿puedes darme un poco tiempo para pensar en esto? ¿Estarías de acuerdo con ello?", inquirí. Luego de hablar, miré hacia abajo, sin atreverme a encontrarme con sus hermosos ojos, que tenían una mezcla de azul y plata. Temía que no aceptara mi solicitud y se enfadara conmigo.

"Tienes miedo de que te rechace en el futuro y vuelvas a sentir dolor", susurró con suavidad, mostrando comprensión.

Asentí. Si el Rey Alfa se enterara de nuestra unión, probablemente nos instaría a marcarnos y reclamarnos como parejas lo antes posible.

Si eso ocurriera, no habría marcha atrás. ¿Y si algún día conociera a otra persona y la eligiera a ella en lugar de a mí? ¿Y si se repitiera lo que pasó con Ernesto? No podía dejar de pensar en eso.

El vínculo no garantizaba amor eterno, o un sentimiento lo suficientemente fuerte como para superar cualquier obstáculo. Ni siquiera el enamoramiento, que debería acompañar a un vínculo de pareja, estaba garantizado, y yo lo había aprendido de la peor manera.

Solía creer que las parejas se enamorarían naturalmente debido al vínculo. Pero, ¿qué ocurrió en mi relación con Ernesto? No solo no recibí amor ni cuidado, sino que también sufrí a manos de su familia y los miembros de su manada.

Entonces, ¿cuál era el propósito del vínculo? ¿Atraparnos en un matrimonio sin amor? ¿Ser solo utilizados como pareja sexual?

Independientemente de la razón por la que la Diosa Luna creó el vínculo de pareja, mi perspectiva había cambiado. Ya no creía que fueran algo positivo.

Estaba tan emocionada cuando conocí a Ernesto que no nos dimos tiempo para conocernos en profundidad. Pero las cosas habían cambiado... Levanté la cabeza para mirar al Príncipe Alfa. Creí que necesitaba tomármelo con calma. Como decía el refrán: «uno no cae dos veces en el mismo pozo». Sería insensato no aprender de mis experiencias pasadas.

"Amelia, entiendo tu preocupación. Después de conocer tu pasado, ya había pensado en tomárnoslo con calma. Pero fui descuidado al querer presentarte a mi padre. No me di cuenta de que hacerlo equivalía a afirmar que nos aceptamos como pareja", comentó con suavidad, y su pulgar acarició el dorso de mi mano nuevamente, tranquilizándome pero también reconfortándome: "Por supuesto, te daré suficiente tiempo para considerar nuestra relación. Te esperaré. No tienes por qué preocuparte. Con el tiempo, espero que puedas percibir mi sinceridad y que soy diferente a tu pareja anterior".

Me conmovieron tanto sus palabras que casi me hicieron llorar. Era la primera vez que sentía comprensión, amabilidad y la disposición de comprender por parte de mi pareja. A pesar de ser el Príncipe Alfa, estaba dispuesto a esperarme. Era un cambio refrescante después de haber estado con el arrogante Ernesto.

"Gracias, Príncipe Leonardo", le sonreí y apreté su mano, mostrándole lo agradecida que estaba por su comprensión.

"Llámame Sam, Amelia. Me gustó cuando me llamaste así antes", me dijo. Su sonrisa lenta y seductora apareció nuevamente en su rostro, enviando un agradable cosquilleo a través de mi cuerpo. Sentí cómo mi rostro se calentaba.

Diosa, si seguía mostrándome esa sonrisa, podría caer rendida ante él y entregarme sin demora.