Mi ex-Luna rechazada, vuelve conmigo romance Capítulo 52

Resumo de Capítulo 52: Mi ex-Luna rechazada, vuelve conmigo

Resumo de Capítulo 52 – Mi ex-Luna rechazada, vuelve conmigo por Internet

Em Capítulo 52, um capítulo marcante do aclamado romance de Hombre lobo Mi ex-Luna rechazada, vuelve conmigo, escrito por Internet, os leitores são levados mais fundo em uma trama repleta de emoção, conflito e transformação. Este capítulo apresenta desenvolvimentos essenciais e reviravoltas que o tornam leitura obrigatória. Seja você um novo leitor ou um fã fiel, esta parte oferece momentos inesquecíveis que definem a essência de Mi ex-Luna rechazada, vuelve conmigo.

*Punto de vista de Amelia*.

Me subí al automóvil y abrí el techo convertible antes de dirigirme hacia el territorio de la Manada Plenilunio. Necesitaba sentir la brisa nocturna para despejar mi mente.

Una vez fuera de los alrededores del Palacio, el camino se volvió más desértico. Con una larga recta por delante, decidí acelerar.

Me encantaba conducir rápido, el viento soplando a mi alrededor, despejando mi mente y dándome una sensación de libertad.

En el horizonte, vi una curva que se acercaba y pisé el freno para reducir la velocidad.

Sin embargo, noté que algo andaba mal con los frenos. A pesar de presionar el pedal, el coche no disminuía la velocidad en absoluto.

«¡Oh, no!», me desesperé. La curva estaba cada vez más cerca; si no hacía algo, chocaría contra las barreras, y a la velocidad que iba, el impacto sería fatal.

Sin más opción, me preparé para saltar, considerando que era la única forma de salvarme.

Por desgracia, caí en un suelo de asfalto, hiriéndome en el proceso. Tenía rasguños en brazos y piernas, el hombro dislocado y el tobillo torcido.

Estaba a punto de ajustar la dislocación de mi hombro cuando sentí la presencia de otros lobos. «Oh no... ¡Más de veinte rogues varones!», me percaté.

¡Dem*nios! No podría moverme con el hombro dislocado y el tobillo torcido. ¡Estaba en problemas!

Uno de los rogues se acercó con una sonrisa maliciosa: "Miren a quién tenemos aquí".

"¿Estás seguro de que es ella?", preguntó otro.

"Bueno… Maia dijo que cortaría los frenos de su coche, y esta chica coincide con la descripción que nos dio".

Mi cuerpo se paralizó por un momento.

¿Maia? ¿Fue ella quien cortó los frenos de mi coche? ¿No le bastó con alejarme de su manada y calumniarme? ¿Ahora también quería matarme? ¡¿Y ella colaboró con los rogue?!

Ernesto y Maia... Parecía que esos dos nunca me dejarían en paz. ¡Una pareja perfecta p*rra!

"Ella es preciosa, ¿no lo creen? Mi p*lla está ansiosa por liberarse y disfrutarla hasta que no pueda ponerse de pie". El primero acarició lascivamente su entrepierna sobre sus pantalones.

Todos los demás rieron lascivamente: "¡No eres el único!".

Me quedé helada mientras me sentaba en el suelo sosteniendo mi hombro dislocado.

Querían... ¿Querían vi*larme? Preferiría que me mataran antes que sufrir esa agonía.

"¿Cuánto les pagó por esto?", pregunté en un intento desesperado por salvarme: "La conozco. Puedo ofrecerles diez veces más de lo que ella les dio".

El primer rogue se rio a carcajadas, como si mis palabras fueran un chiste. "Claro que queremos dinero, pero...", pausó para dirigirme una mirada lujuriosa: "Creo que todos preferimos saborearte antes de matarte, como lo pidió Maia. ¿No es cierto, muchachos?".

Todos los demás asintieron con entusiasmo.

Me estremecí al escuchar sus palabras. Maia no solo quería que me mataron, sino también que me vi*laran. Era más despiadada de lo que pensaba…

Antes de que pudiera decir o hacer algo, cuatro de ellos ya me habían inmovilizado, sosteniendo cada uno mis brazos y piernas.

Comencé a luchar, pero fue en vano. El rogue que sostenía mi hombro dislocado lo presionó con fuerza, causándome un dolor insoportable. Mi rostro se puso pálido, y el sudor frío comenzó a formarse sobre mi piel cuando el primero empezó a desabrochar sus pantalones.

"¡No! ¡No!", grité mientras seguía luchando, ignorando el dolor en mi hombro y tobillo.

Pero luego, me arrebató el vestido de golpe.

Comencé a sentir miedo, un temor profundo que me calaba hasta los huesos.

«Por favor, Diosa Luna, no permitas que me profanen ni que me maten. Por favor, envía a alguien para que me salve», rezaba mientras cerraba los ojos, las lágrimas amenazando con caer.

De repente, escuché un aullido de dolor y abrí los ojos.

El primer rogue había sido noqueado por alguien, que además comenzó a enfrentarse a los otros cuatro que me sostenían.

Se veía tan pálido y débil, incluso con los ojos cerrados. "Ernesto, aguanta, ¿quieres? Te llevaré con el médico de mi manada para que te atienda", insté.

Una débil sonrisa apareció en su pálido rostro antes de hacer una mueca cuando el auto comenzó a moverse.

‘Papá, por favor, prepara al médico. Llevaré a Ernesto a nuestro territorio. Está gravemente herido por mi culpa’, le comuniqué a través de un enlace mental, al mismo tiempo que intentaba reacomodarme el hombro.

La preocupación en la voz de mi padre llegó a través de mis pensamientos: ‘¿Alia? ¿Qué pasó? ¿Por qué está herido? ¿Estás bien? ¿También estás herida?’.

'Solo tengo pequeñas heridas. Pero él... Papá, tienes que hacer que el médico esté listo', comenté. Estaba aterrorizada, viendo cómo Ernesto no hacía más que debilitarse.

'Alia…', lo sentí dudar a través del enlace: 'El doctor no está aquí ahora, fue a ver a un paciente de otra manada, así que no está disponible'.

¿Qué? ¡¿Cómo era posible que no estuviera disponible cuando más lo necesitaba?! Yo también estaba herida, así que no podría tratarlo.

De repente, un hombre apareció en mi mente.

'Papá, por favor, avísale a Nico que acuda allí. Podrá tratarlo. Por favor, papá. Tienes que pedirle que sea rápido', insistí. Nico era el único médico excelente que conocía. Incluso si no pudiera tratar a Ernesto directamente, podría guiarlo y él podría seguir mis instrucciones rápidamente, como cuando curamos a Maia y Celia.

'Bien, Alia. Lo llamaré. Cuando lleguen, todo estará preparado', me aseguró.

‘Gracias, Papá’, respondí. Me sentí un poco más aliviada sabiendo que Nico estaría presente.

Jadeé de dolor cuando finalmente logré reubicar mi hombro.

“Alia...”, susurró el hombre en mi regazo. En cualquier otra circunstancia, lo habría reprendido por llamarme por mi apodo, pero en ese momento estaba demasiado preocupada por sus heridas como para preocuparme por esas trivialidades.

“No hables, Ernesto. Ya casi llegamos. Aguanta. Hazlo por mí, ¿de acuerdo?”, traté de reconfortarlo acariciando su cabello.

El olor de su sangre llenaba el interior del vehículo, demostrando a qué velocidad la estaba perdiendo. Sería mejor que conservara sus fuerzas y no hablara.

Él asintió débilmente y apremié al conductor a ir más rápido.

Histórico de leitura

No history.

Comentários

Os comentários dos leitores sobre o romance: Mi ex-Luna rechazada, vuelve conmigo