Entrar Via

Mi Frío Exmarido (Amelia y Dorian) romance Capítulo 1261

—¿Qué pasó?

Ricardo, que la había alcanzado, preguntó con voz apurada.

Amelia negó con la cabeza, apenas perceptible.

—No es nada.

Se obligó a calmarse un poco y, girándose hacia Ricardo, añadió con educación:

—Gracias, señor Ricardo, por confiar en mí y en nuestra empresa. Voy a regresar para analizar a fondo todo y así poder ofrecerle una propuesta de diseño que lo deje satisfecho. No quiero quitarle más tiempo hoy, mejor siga con sus asuntos.

—No te preocupes, no tengo prisa —respondió Ricardo, mirándola con cierta inquietud al notar lo pálida que estaba—. Señorita Soto, si necesita cualquier cosa, dígamelo sin problema. Sigo teniendo algunas conexiones aquí en Maristela, puedo ayudar si hace falta.

—De verdad, estoy bien —Amelia se vio obligada a rechazarlo de nuevo—. Ahora no me siento en condiciones, señor Ricardo. Mejor siga con lo suyo.

Su tono empezó a sonar un poco más firme, dejando claro que no quería seguir insistiendo en el tema.

—Está bien —Ricardo no quiso presionarla más—. Señorita Soto, si surge algo, atienda lo que tenga que atender. Si necesita ayuda, ya sabe dónde encontrarme.

Mientras hablaba, Ricardo sacó una tarjeta de su cartera y se la entregó a Amelia.

—Aquí está mi tarjeta. Tiene mi número, puede contactarme en cualquier momento. Ahora voy a Sabor Latino, ahí enfrente, para reunirme con unos clientes...

Señaló con la mano hacia el centro comercial del otro lado de la calle.

—Si necesita algo, también puede buscarme ahí sin problema.

Miró pensativo hacia un pequeño patio con huertos que había cerca.

—¿Sabe quiénes son los dueños de esos patios? ¿Quién vive ahí ahora? Si necesita esa información, puedo investigarla para usted.

—Gracias, señor Ricardo.

Amelia no quería deberle favores.

—Si en algún momento necesito su ayuda, se lo haré saber.

—Perfecto —respondió Ricardo, directo—. Entonces no la molesto más. Llámeme cuando quiera.

Le hizo el gesto de teléfono con la mano y se despidió, cruzando la calle rumbo al centro comercial.

Al llegar al otro lado, no pudo evitar mirar una vez más en dirección a Amelia. Pero ella ya no le prestaba atención.

Amelia se había sentado en una de las bancas del paradero de buses, apretando el celular entre las manos y mirando el ir y venir de los carros por la avenida. Su expresión era vacía, como si el mundo se hubiera detenido solo para ella.

Ricardo no tenía idea de qué le había pasado a Amelia, pero al verla así, se detuvo por un instante, dudando si debía regresar. En ese momento, su teléfono sonó.

Ricardo contestó.

Nuestro precio es solo 1/4 del de otros proveedores

Historial de lectura

No history.

Comentarios

Los comentarios de los lectores sobre la novela: Mi Frío Exmarido (Amelia y Dorian)