Mi Frío Exmarido (Amelia y Dorian) romance Capítulo 1276

El semblante de Cristina cambió un poco, pero en seguida volvió a la normalidad.

—No sé de qué estás hablando.

Dorian no le hizo caso a su intento de defensa; la miró impasible, sin mostrar emoción.

—En octubre del año pasado, tu prima Valentina Solís te presentó a su novio Otto, a ti y a Enrique. Otto tentó a Enrique con una enorme cantidad de dinero para que se encargara del “proyecto del resort de estilo tradicional de Valverde”, que en realidad era un asesinato premeditado. Para evitar que todo saliera a la luz y los involucrara a ustedes, Otto, usando un supuesto contrato de colaboración, transfirió el dinero el 3 de noviembre a tu cuenta de Comercio Excelente a través del Estudio de Arquitectura Sebastián. Diez días después del accidente con las columnas en el resort, te depositó el resto del dinero también a través del estudio. Usaste ese dinero para comprar una casa en Maristela.

El rostro de Cristina fue perdiendo color poco a poco conforme Dorian hablaba.

—No es así...

Su voz se quebró, pálida, intentando defenderse, pero Dorian la interrumpió con frialdad.

—No estoy aquí para escuchar tus excusas. Hay pruebas de todo, pruebas completas, incluso de lo tuyo con Enrique.

Los labios de Cristina temblaron, incapaz de pronunciar palabra alguna.

—Antes de venir, me di una vuelta por tu pueblo para averiguar sobre ti —dijo Dorian, mirándola fijo—. Tienes buena fama allá. Para tu esposo, tus suegros y todos los demás eres la esposa perfecta. Piensan que te han fallado, que mereces más. Para tus hijos eres una madre ejemplar. Todos hablan maravillas de ti, que eres dedicada, generosa, paciente, buena gente. Pero dime, ¿qué crees que pensarán cuando se enteren de que esa madre y esposa ejemplar tuvo un amorío y encima se metió en un asesinato? ¿Cómo van a mirarte tus hijos? Sobre todo, piensa que si te procesan por esto, tus hijos no podrán cumplir sus sueños: ni entrar al ejército ni aspirar a un puesto público. Les vas a arruinar el futuro...

—Yo no cometí ningún delito —insistió Cristina, con la cara completamente pálida—. No sabía nada del asesinato. No participé. Solo ayudé con la transferencia, pero no tenía idea de dónde venía ese dinero.

—Pero el dinero sucio lo gastaste tú.

—¡No lo sabía! —replicó Cristina, casi suplicando—. Fue Enrique quien me lo dio. Me prometió que con eso compraríamos una casa para los niños, y que después yo me divorciaría para irme con él. Te juro que no sé de dónde salió ese dinero.

—No hay forma de que no supieras —reviró Dorian, agitando las fotos que sostenía en la mano—. Cristina, aquí no solo hay fotos, también tengo videos. Te lo voy a poner fácil: tienes dos opciones. ¿Vas a proteger a tu familia y el futuro de tus hijos, o a Enrique?

El terror se dibujó en el rostro de Cristina, que solo atinaba a sacudir la cabeza con desesperación.

—Te doy dos minutos para pensarlo —añadió Dorian, su mirada era una roca—. Tengo gente lista frente a la computadora y otros más esperando en la entrada del pueblo. Si no me das las pruebas del trato entre Enrique y Otto en ese tiempo, voy a hacer públicas las fotos y videos, incluyendo todo lo que hiciste con Enrique.