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Mi Frío Exmarido (Amelia y Dorian) romance Capítulo 1294

Los ojos de Serena se iluminaron de inmediato; apresurada, le gritó a Amelia:

—¡Mamá, rápido, ayúdame a detenerme! ¡Quiero llamarle a papá!

Amelia apenas rozó el suelo con la punta del pie y el columpio se detuvo. Serena ya se había apoyado en el hombro de su mamá para ponerse de pie, estirando la mano para tomar el celular que Marta le extendía.

—¡Papá!

En cuanto vio el nombre de Dorian en la pantalla, Serena gritó con alegría. Su voz era tan clara y emocionada que parecía que en cualquier momento iba a lanzarse sobre el teléfono.

Amelia la sostuvo suavemente con una mano, sin decir nada ni aparecer de manera intencionada en la cámara.

Estaba claro que Dorian había buscado a Serena a través de Marta porque no quería tener contacto con Amelia.

La voz profunda de Dorian se escuchó del otro lado del teléfono:

—¿Serena, ya cenaste?

—Sí —contestó Serena de inmediato—. Hoy mamá cocinó, me gustó mucho.

Dorian apenas esbozó una sonrisa, y cambió de tema:

—¿Hoy saliste a algún lado?

—No. Mamá se levantó hasta mediodía, luego preparamos tamales y en la tarde volví a dormir.

El tono de Serena dejaba ver cierta frustración, y en cada respuesta mencionaba a su mamá.

Amelia, desde un costado, sentía algo de incomodidad. Era evidente que Dorian no quería verla ni saber nada de ella. Así que estar ahí, presenciando la llamada entre padre e hija, simplemente no era adecuado.

Por eso, le hizo una seña a Marta, pidiéndole que se acercara para ayudar a sostener a Serena. Luego miró a su hija y señaló la habitación, poniéndose de pie para irse.

Marta tomó la iniciativa y le habló en voz baja a Serena:

—Tu mamá va a descansar un rato. Yo me quedo aquí contigo.

—Bueno —respondió Serena, sin mostrar molestia alguna. Levantó la mano y saludó a Amelia—. Adiós, mamá.

Dorian frunció el ceño mientras observaba la pantalla del celular.

Serena, aunque era pequeña, tenía bastante fuerza y sostenía el teléfono de manera descuidada, ladeando la cámara. Así, en la imagen, Dorian alcanzó a ver a Amelia despidiéndose de Serena con una sonrisa serena y dulce. Después de mover la mano, Amelia se fue directo a la casa, sin siquiera saludarlo.

Dorian apretó los labios, y habló con voz tenue:

—¿No dormiste anoche?

—¿Es el señor Rafa?

Su carita mostró un atisbo de alegría.

En los ojos oscuros de Dorian se dibujó una sombra intensa, como si el filo de una navaja asomara.

Amelia, sin imaginarse el torbellino de pensamientos de Dorian, miró a Frida y le respondió:

—Mañana tengo trabajo pendiente, mejor ustedes vayan.

—Ay, ¿y de qué sirve que vaya yo sola? —replicó Frida, acercándose—. Se nota que Rafael quiere verte a ti, yo solo soy la extra. ¡Anda, vamos! Hace un montón que no se ven, y él sigue soltero. ¿Quién quita y esta vez te late? Hay que salir más, darte chance, no te quedes colgada de un solo árbol torcido...

Amelia le hizo una mueca pidiéndole que se callara, porque Serena seguía en videollamada con Dorian. Frida ni se dio cuenta y siguió:

—La verdad, siempre he pensado que Rafael es un tipazo: atento, cariñoso, sabe cuidar y entiende tus emociones. Si estuvieran juntos, seguro serías más feliz que con Dorian...

—Frida —interrumpió de pronto Dorian, con una voz tan cortante que hasta el aire se sintió tenso.

Frida se quedó muda.

De inmediato miró, asustada, el celular que Serena sostenía aún de forma ladeada. En la pantalla, el rostro de Dorian, tan serio y distante, la miraba fijamente con esos ojos que atravesaban como cuchillos.

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