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Mi Frío Exmarido (Amelia y Dorian) romance Capítulo 1303

—Eso también es cierto —Rufino tomó la palabra—. Si uno no es la víctima, no tiene derecho a juzgar quién tiene razón y quién no.

Giró el rostro hacia Dorian:

—¿Entonces por esto ella ya no te habla?

Dorian negó con la cabeza.

—No es por eso.

—¿Entonces por qué? —insistió Rufino.

Dorian le lanzó una mirada, pero guardó silencio.

—Mira nada más, cada vez que te pregunto la razón, nunca dices nada ni explicas, nomás te quedas callado y haces lo que quieres. Así fue con la boda, así fue con el divorcio, y ahora lo mismo con la ruptura.

Rufino no pudo contenerse y le reclamó, volviendo la cabeza hacia él:

—Hermano, si te guardas todo y no dices nada, ¿cómo esperas que te ayude?

Dorian lo miró de reojo.

—Ella piensa que estando sola es más feliz, que la pasa mejor sin mí. Dime, ¿cómo quieres ayudar con eso?

Rufino se quedó sin palabras, como si le hubieran dado un golpe en seco.

—Dalia también dice eso. Que con preocuparse por su propia comida y ropa ya es suficiente, que no tiene que aguantar el humor de nadie ni cuidar las emociones de los demás. Que solo alguien que perdió el juicio se casa.

—¿Y entonces? —preguntó Dorian—. ¿Cómo piensas ayudarme?

Rufino tosió, algo avergonzado, y apartó la mirada:

—Olvida lo que acabo de decir, ni yo me la creo. La neta, creo que Amelia sola está bien. Cuando vivía en Zúrich se veía tranquila y echándole ganas, hasta feliz se le notaba. Pero desde que volvió a Arbolada, casi no la he visto sonreír.

—Si no tienes nada bueno que decir, mejor ni hables —Dorian le soltó una patada al asiento—. Solo maneja.

—Ya voy, ya voy —replicó Rufino, pero otra vez lo miró por el retrovisor—. Pero pensándolo bien, si ella cree que estar contigo es menos feliz que estar sola, pues el problema eres tú, ¿no? Deberías buscar la forma de que le guste la vida a tu lado.

Dorian solo mostró una ligera mueca burlona, sin responder.

¿Y qué más podía hacer? Estos meses no la pasó mal, pero cada que Amelia recordaba el pasado, toda esa felicidad se desvanecía. No bastaba para que ella confiara en tener un futuro juntos.

—Llévame a Avenida del Sol —cambió el tema Dorian, sin ganas de seguir en eso.

Rufino lo miró sorprendido:

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