Capítulo 54
Amelia siempre había sido cautelosa y educada, moviéndose discretamente hacia un lado cuando se sentó en la reunión. Sin embargo, durante toda la cena, no inició ninguna conversación con él.
Después de la cena, los chicos se ofrecieron a llevar a las chicas a casa.
Amelia, con su aspecto dulce, además de su carácter suave y sereno, había sido el objeto de afecto de muchos chicos durante sus dias de estudiante y esa noche no fue la excepción.
Entre la multitud de chicos que competían por llevarla a casa, Dorian se adelantó: “Yo también vivo hacia el oeste de la ciudad, te puedo llevar de camino.”
Ella parecía sorprendida por su oferta, pero no era de las que causaban problemas a los demás. Agradeció y rechazó su oferta, diciendo que ya había pedido un taxi Pero su rechazo parecía débil frente a la insistencia de sus compañeros y al final accedió a subir a su coche bajo la persuasión de sus amigos.
Durante el camino, hablaron poco.
Había habido tanta complicidad no verbal entre ellos en sus dias de estudiantes, una intimidad y dependencia tácital que parecían haber asumido mutuamente, pero después de años sin verse, esa familiaridad parecía haberse desvanecido. Sin embargo, esa extrañeza estalló en un torrente de pasión letal en el momento en que chocaron en la
oscuridad de su habitación.
La besó y las cosas se precipitaron a partir de ahí.
Ninguno de los dos era de los que tomaban a la ligera esas cosas, pero esa noche fue el comienzo de un desorden en la vida de ambos.
El deseo mutuo superó toda racionalidad.
Con el recuerdo de esa noche en mente, Dorian la miró de reojo.
Ella seguia observando tranquilamente a una pareja de enamorados riéndose, con una sonrisa ligera en su tranquilo y sereno rostro, una actitud puramente de admiración.
Dorian pensó en lo que ella había dicho, que él solo quería matrimonio, pero ella quería amor.
¿Eso es lo que llamas amor?”, le preguntó de repente.
Amelia se giró sorprendida hacia él, sin esperar que Dorian prestara atención a esas cosas.
Siempre le había parecido extraño oír hablar de amor saliendo de la boca de ese hombre. Desde que lo conocía, le habia parecido ajeno a todas las trivialidades románticas.
“¿Por qué preguntas eso de repente? Dijo ella sonriendo, “No parece propio de ti.”
Dorian también sonrió, sin seguir el hilo de la conversación, mirando a la pareja que reía frente a ellos.
Definitivamente, eso no era propio de él.
Y nunca podría ser como esos jóvenes enamorados, haciendo muecas para hacer reír a su chica.
Nunca había tenido ese lado infantil y jugueton.
Sabía cómo proteger a alguien, pero lo que nunca aprendió fue cómo hacer feliz a esa persona.
Comentarios
Los comentarios de los lectores sobre la novela: Mi Frío Exmarido