Anastasia rápidamente tomó el elevador al octavo piso. Se paró enfrente de la oficina del presidente y tocó la puerta antes de abrirla sin siquiera esperar por una respuesta.
Cuando miró a su hijo sentado en el sofá de Elías, rápidamente suspiro con alivio antes de gritar enfada:―Alejandro, ¡¿Estás tratando de darme el susto de mi vida?! ¡¿Por qué huiste así?!
Alejandro no espero que sus acciones fueran a espantar a su madre al grado de ponerse pálida. Rápidamente corrió y envolvió sus brazos alrededor de su pierna. ―Mami, lo siento. Es mi culpa.
Anastasia también se dio cuenta que había exagerado, así que lo abrazó y suspiró de nuevo. ―No lo vuelvas a hacer.
―Regresa a trabajar y déjalo conmigo. Lo cuidaré por ti. ―La voz de un hombre sonó detrás de ellos.
Ella estaba sorprendida. Este hombre debía estar intentado pagarle con amabilidad, pero no quería aceptar ninguna ayuda de él aparte de su trabajo, no sentía la necesidad de molestarlo con una tarea como la de niñero.
―Está bien, gracias por la oferta ―contestó una Anastasia renuente.
―Mami, me gusta estar con el señor galán. ¿Me dejas quedarme aquí hasta que salgas de trabajar? ¿Por favor? ―preguntó el pequeñín felizmente con una obvia anticipación en su rostro.
―No. Regresemos a mi oficina. Aún tengo una reunión a la cual asistir, pero te compraré algo delicioso para el almuerzo.
―¡No quiero! Quiero jugar aquí en la oficina del señor galán. ―El pequeñín comenzó a enojarse, lo cual era realmente raro en él.
Al saber que la junta aún estaba continuando con el evento del nuevo lanzamiento en la agenda, Anastasia apretó los dientes. Miró hacia el impresionante hombre frente a ella antes de decir: ―Entonces, por favor ayúdame a cuidarlo por un momento.
―¡Claro!―asintió Elías.
―Alejandro, no ocasiones problemas, ¿Está bien? Mami va a regresar a la reunión.
―Seré bueno―prometió el pequeñín.
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