El pobre señor Roberts duró todo ese día revisando un currículo tras otro junto a sus dos secretarias y al joven asistente que trabajaba para él.
Fue muy claro con ellos porque sabía que si la furia del señor Hamilton se desataba, todos irían de patitas a la calle, así que ellos se pusieron a trabajar con ahínco, todos los demás asuntos del departamento quedaron relegados hasta que se resolviera este asunto.
Otro jefe de departamento le reclamó a Roberts porque aún no le había conseguido un ingeniero que le había solicitado, el hombre le había reclamado por ello y parecía dispuesto a quedarse allí en su oficina hasta que le consiguiera lo que quería, el señor Roberts se limitó a decirle que estaban trabajando duro para conseguir el asistente a presidencia para el señor Hamilton.
—Si tú quieres, Ernest —le dijo con toda la intención del mundo— Me puedo poner a trabajar en lo tuyo pero cuando el señor Hamilton me pregunte en la mañana, que qué pasó con su asistente le diré que no lo hice por tu culpa, ¿Te parece bien?
El hombre se le quedó mirando con los ojos como platos por unos segundos solamente.
—¿¡Quééé!? ¿Acaso te has vuelto loco? —le dijo con la mirada llena de pánico— Mejor sigue con eso, yo puedo esperar —y sin decir otra palabra salió a todo gas de la oficina de Roberts.
Roberts sonrió sardónicamente y siguió leyendo el currículo que tenía en la mano, éste se lo había traído su asistente diciéndole que era el mejor en estudios y habilidades y con excelentes referencias del rector de la universidad. Lo estudió con mucho interés.
Era de una joven de veinticinco años, se había graduado summa cumlaude, la primera de su clase y con el índice académico más alto en la historia de esa institución educativa. Sus notas eran excelentes y su trabajo de grado parecía hecho por alguien con unos veinte años de experiencia.
Además de eso, había hecho las pasantías en J.P. Morgan, y le habían dado las mejores recomendaciones, incluyendo una mención honorífica por el propio presidente de la financiera. Y J.P. Morgan era una empresa líder global en servicios financieros que ofrecía soluciones a las corporaciones, los gobiernos y las instituciones más importantes del mundo en más de 100 países.
Roberts se preguntó por qué razón no la habían dejado allí después de casi un año de pasantías pagas, algo fuera de lo usual. La llamaría para preguntarle la razón. Revisó los resultados del test que le había mandado a hacer por órdenes de Hamilton, la nota había sido noventa y nueve sobre cien.
Roberts estaba sorprendido, estaba seguro de que ésta era la persona ideal, y no entendía cómo había pasado por alto un currículo tan perfecto e ideal. Llamó a su asistente para preguntarle.
Cuando él joven entró Roberts le mostró la carpeta.
—¿Por qué razón no colocamos a esta joven dentro de los posibles candidatos, Marcos? —le preguntó de inmediato. Marcos tardó sólo unos segundos en identificar a la persona.
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