Mi Matrimonio Inmediato con un Magnate romance Capítulo 1049

Así, Salvador sintió que el ambiente se calmaba.

Pero se sentía mal por dentro.

Las dos mujeres adelante reían alegremente, y la que se parecía a Lourdes siempre lo hacía mirar involuntariamente.

Al final, ni siquiera prestó atención a la trama de la película.

Sofía estuvo molesta durante toda la película.

Esperaron a que terminara y, después de que la gente comenzó a salir del cine, ambos seguían en su guerra fría.

Al salir de la sala, Salvador estaba a punto de buscar una excusa para decirle a Sofía que se iban, cuando de repente su mirada se fijó en la mujer que caminaba delante.

Su mirada se congeló.

—Esta noche voy a la casa de un amigo, tú ve y diviértete como quieras —le dijo Sofía intencionadamente a Salvador.

Quería hacerle saber a Salvador que estaba enojada con él.

¡Tenía que disculparse, o ella no pensaba perdonarlo!

¿Realmente pensaba que porque ella había aceptado estar con él, podía tratarla de esa manera?

Recordaba cómo la había perseguido hasta la universidad, donde ella lo ignoraba y él seguía diciendo que le gustaba.

Cuanto más pensaba en el pasado, más injusto le parecía a Sofía.

Sin embargo...

De repente, se dio cuenta de que Salvador no estaba prestando atención a lo que ella decía; estaba mirando a la bella mujer de adelante.

De pronto.

Su mirada se endureció.

Sin control, dijo en voz alta: —¿Lourdes?

No pudo controlar el volumen.

Así que Lourdes, que iba adelante, la oyó.

Se volvió a mirar.

Ana asintió con la cabeza y, al pasar, le dio una leve mirada a un Salvador algo distraído.

De manera discreta, también echó un vistazo a Sofía.

Sofía se sintió perturbada por esa mirada de Ana y rápidamente desvió la vista.

Tanto Ana como Lourdes conocían su secreto, y frente a ellas, solo podía humillarse para que no llamaran su atención.

De lo contrario...

Ellas podrían hacer que Salvador descubriera su secreto.

—Salvador, me equivoqué, fui muy caprichosa. Ahora me doy cuenta de mi error, mejor volvamos a casa —dijo Sofía, notando que Salvador se había puesto pálido y seguía observando a Ana y Lourdes. Se alarmó inmediatamente.

¿Salvador está...?

¿De verdad todavía siente algo por Lourdes?

Salvador respiró hondo y retiró su mirada.

Sin embargo, su tono era muy sombrío: —Vamos.