Mi Matrimonio Inmediato con un Magnate romance Capítulo 1074

Después de hablarlo con Alejandro, ella se mudó de vuelta a la casa de Elena.

En el camino, Alejandro la llamó para decirle que ya había contratado a alguien para remodelar el apartamento que había comprado.

Estaría listo pronto.

El apartamento acababa de ser entregado y, como había estado ocupada, no había tenido tiempo de buscar una empresa de remodelación. Pero ahora que Alejandro había encontrado a alguien, podía despreocuparse.

Una vez en casa, Elena y los demás también le aconsejaron que dejara de preocuparse.

Ella les aseguró que no había motivo para inquietarse.

Dado que la situación era algo complicada y no se podía explicar fácilmente, decidió no entrar en detalles por el momento.

Esperaría un par de días para hablarles más al respecto.

Después de asegurarse de que Elena y los demás no estuvieran tan preocupados por ella, fue a encontrarse con Beatriz.

Se citaron en un restaurante.

El lugar no estaba muy lleno al mediodía.

Era un viejo restaurante que ambas adoraban.

Beatriz había llegado antes que ella.

—Ya pedí tus platos favoritos, pero echa un vistazo al menú por si quieres algo más —dijo Beatriz, empujando el menú hacia Ana.

—No hace falta, lo que pediste está bien —respondió Ana, sin mirar el menú, pues sabía que Beatriz conocía bien sus gustos.

Por supuesto, Ana también sabía lo que a Beatriz le gustaba.

Si acordaban comer juntas, quien llegaba primero siempre pedía los platos para que no tuvieran que esperar demasiado por la comida.

Ambas nunca se cansaban de la zarzuela de mariscos.

Después de que Ana tomó un poco de agua, Beatriz finalmente expresó su duda: —¿Qué está pasando realmente entre tú y Alejandro?

Había estado confundida desde la noche anterior.

¿Por qué no considerar el divorcio?

¿Acaso Ana había sido influenciada por Alejandro?

—Concedido.

—Ahora eres rica, tengo la suerte de tener una amiga adinerada.

No importa la ocasión, Beatriz siempre lograba que la otra persona se sintiera completamente satisfecha.

Después de terminar la zarzuela de mariscos, fueron a un centro comercial cercano.

Había una tienda de helados muy buena.

Después del festín, les apetecía un poco de helado para refrescarse.

Las dos paseaban lentamente, disfrutando de su helado, mientras discutían si subir a ver ropa y zapatos.

Estaban charlando alegremente.

De repente, alguien se sentó directamente frente a ellas.

Ambas levantaron la vista de inmediato.

Era una mujer que llevaba gafas de sol y una máscara que cubría casi todo su rostro.