Mi Matrimonio Inmediato con un Magnate romance Capítulo 1095

Tal vez ahora la situación ya era completamente diferente.

—Dejar ciudad A será bueno para ti —Salvador finalmente habló con Sofía.

Sofía se detuvo, quiso girarse pero se contuvo.

Temía perder de nuevo la cordura.

Y comenzar a albergar esperanzas sobre Salvador que no debería tener.

Una vez calmada, entendió que Salvador nunca estaría con ella.

Ahora, se sentía aliviada.

Dejar ciudad A, alejarse de Narciso.

Cuando se subió al taxi, miró a través del espejo retrovisor; Salvador todavía estaba parado en el mismo lugar, sin saber en qué pensaba.

Definitivamente no estaba pensando en ella.

Desde ese día, lo suyo con Salvador realmente había terminado por completo.

—

Ana y Alejandro llegaron uno tras otro al estacionamiento subterráneo.

Después de estacionar sus coches uno al lado del otro, ambos regresaron a casa juntos.

Justo cuando entraron por la puerta.

Lourdes llamó a Ana.

—¿Tienes tiempo esta noche para tomar algo? —Lourdes sonaba algo desolada.

Aunque solo fuera a través del teléfono, se podía sentir claramente el estado de ánimo de Lourdes.

Ana levantó la vista hacia Alejandro: —Estoy libre, ¿dónde estás? Iré a verte.

—Estoy en casa, tengo vino aquí y también pedí algo del restaurante. Últimamente todos estamos de mal humor, es un buen momento para beber y olvidar las penas —dijo Lourdes.

En su opinión, Alejandro y Salvador eran similares.

Ahora que Alejandro estaba comprometido con otra persona y Ana había sido abandonada, incluso la persona más abierta se sentiría deprimida en tal situación.

Cuando uno está deprimido, beber un poco de vino no hace daño.

Ana conocía bien el camino y pronto llegó a la casa de Lourdes.

Lourdes había abierto varias botellas de vino.

Eran vinos que había guardado durante mucho tiempo.

Al ver que Ana parecía normal, Lourdes se impresionó aún más: —Debería aprender de ti, cómo puedes dejar atrás a una persona tan rápidamente y hacer que no te afecte en absoluto.

—No puedo realmente dejar atrás a alguien a quien amé profundamente de un momento a otro —Ana sabía por qué Lourdes la admiraba.

Probablemente pensaba lo mismo que Salvador.

Creían que ella y Alejandro se habían divorciado.

Y que después del divorcio, ambos podían mantener una actitud tranquila el uno hacia el otro, una situación que pocos hombres y mujeres podrían lograr.

De hecho, ella y Alejandro no se habían divorciado.

Lourdes pensó que Ana estaba siendo modesta: —¡Salvador y Alejandro, ninguno de ellos es bueno! No, en este mundo hay pocos hombres buenos, es mejor confiar en uno mismo que en los hombres.

—Salvador rompió con Sofía —dijo Ana.