Mi Matrimonio Inmediato con un Magnate romance Capítulo 1234

Él la miraba.

Rodeado de varios hombres vestidos con traje.

No se sabía de qué hablaban.

Gonzalo le echó un vistazo y luego desvió la mirada, continuando su camino pasando por la tienda de vestidos de novia con las personas que lo rodeaban.

Ana estaba algo distraída.

Esa mirada era realmente similar a cómo Alejandro la miraba.

—¿Anita, Anita?

—¿Qué estás mirando?

Judith llamó a Ana varias veces, pero Ana no respondió y seguía mirando distraídamente por la ventana.

Inmediatamente, llevando el vestido de novia, se acercó y miró en la dirección en que Ana observaba, pero no vio nada.

Solo había transeúntes pasando.

Ana se recuperó y se disculpó un poco: —Lo siento, me distraje un momento. Este vestido de novia te queda muy bien, puedes compararlo con los otros que has probado.

Judith era una persona de pensamientos simples, no pensaba demasiado; al escuchar la sugerencia de Ana, sus ojos se iluminaron: —También creo que este vestido de novia es el que mejor me queda de todos los que he probado, hace que mi espalda se vea tan delgada, me gusta.

Judith se miraba en el espejo, cada vez más satisfecha. Debía mostrar su mejor imagen el día de su boda a Francisco.

También quería que sus amigos y familiares vieran que había encontrado a la persona con la que podía compartir su vida, ¡y sería feliz para siempre!

Creía que Francisco siempre la trataría bien.

Cerca del mediodía, Francisco llamó a Judith.

Después de haber colgado el celular con una sonrisa radiante, Judith le dijo a Ana: —Francisco dijo que vendrá a almorzar con nosotros al mediodía.

Habían quedado en un restaurante de comida occidental.

Al mediodía, el restaurante estaba tranquilo y con poca gente.

Llegaron casi al mismo tiempo.

Apenas Lourdes se sentó, le dijo a Ana: —He estado tan ocupada estos últimos días, de repente extraño los días en el extranjero, cuando solo pensaba en estudiar y no tenía que preocuparme por el trabajo y estas cosas.

—Te compré una bebida de colágeno, no tienes que prepararla, es lista para beber, perfecta para tu agenda apretada —Ana le pasó a Lourdes el colágeno que acababa de comprar en el centro comercial.

Ese día había visto la historia de Instagram de Lourdes y sabía que estaba ocupada.

Dejar el trabajo por unos años y luego volver a él ciertamente podía ser un ajuste difícil.

Pero con la capacidad de Lourdes, manejarlo sería fácil, solo dependía de si ella quería.

Lourdes, emocionada, recibió el regalo y dijo: —Siempre eres la mejor conmigo.