Mi Matrimonio Inmediato con un Magnate romance Capítulo 1278

Este es su as bajo la manga.

Para Gonzalo, aquel tiempo en que estuvo herido en el hospital, cuando Verónica agotó por completo sus ahorros y acumuló deudas en sus tarjetas de crédito para ayudarlo a superar la adversidad, en lo más profundo de su corazón, ella no era solo su novia, sino además su salvadora, incluso más cercana que cualquier otro familiar.

Ella sabía muy bien que, al mencionar el pasado, él tal vez cedería.

Y, efectivamente, tras escuchar unas cuantas palabras suyas y una breve pausa, Gonzalo respondió: —Está bien, haré que alguien reserve los boletos de avión.

Después de obtener la confirmación de Gonzalo, Verónica sonrió satisfecha: —Sabía que eres la mejor persona para mí en este mundo. ¡Gonzalo, realmente te amo tanto! Prométeme, pase lo que pase, nunca me dejarás, nunca me abandonarás, ¿está bien?

Sus súplicas reflejaban la completa desesperación de Verónica en ese momento.

Antes, Gonzalo se esforzaba por complacerla.

Ahora, ella estaba haciendo todo lo posible por complacer a Gonzalo.

Ella realmente no podía dejar a Gonzalo; lo había amado tanto estos años que tenía que asegurarse de que Gonzalo no pudiera ver a Ana.

—

Bryan sabía en qué hotel estaba Gonzalo.

Después de darle el número de celular a Ana, también le envió la información correspondiente del hotel donde se hospedaba Gonzalo.

Ana, en el auto, miraba atenta la información del hotel y sentía una oleada de emociones complejas.

Aunque Verónica no había dado una respuesta, su pánico ya casi confirmaba por completo que Gonzalo había tenido un accidente de auto hace más de tres años.

Entonces, todo esto había sido una simple coincidencia.

La persona que estuvo encerrada con Eduardo en la fábrica subterránea era el verdadero Gonzalo; el Gonzalo de ahora era Alejandro, quien había perdido algunos recuerdos.

Este descubrimiento de repente hizo que el corazón de Ana latiera de manera descontrolada.

¡Ella iría a buscarlo mañana!

Por casualidad, recordó algo y al instante eliminó el WhatsApp de Gonzalo, pero pensó que todavía podría agregarlo.

No pudo evitar pensar en el encuentro de aquel día en el hospital.

Sus pensamientos incontrolables, todas las señales indicaban que era con facilidad cautivado por Ana.

Al ver la solicitud de amistad y recordar el llanto suplicante de Verónica, se quedó pensativo.

Salió de WhatsApp.

Era mejor detener esos impulsos incontrolables a tiempo.

Justo entonces, el celular de su asistente sonó.

—Presidente Gonzalo, resulta que mañana hay vuelos disponibles para regresar al País de la Arena Blanca. Iré ahora a recoger a la señorita Verónica al hotel.

Gonzalo respondió con un tono algo indiferente.

Después de la llamada, se acercó a la ventana y se quedó absorto parado allí, con un cigarrillo en la mano que estaba a punto de sacar, pero se detuvo.