Mi Matrimonio Inmediato con un Magnate romance Capítulo 1288

—¿Mamá, alguien te dijo que vendría a la casa?— Ana preguntó algo confundida.

Elena también parecía confundida. —No, en realidad no conozco a muchas personas en la ciudad A. Los empleados de la compañía no vendrían a la casa por algo, siempre me llamarían. Si fueran Francisco, Manuel o quizás Javier, ellos avisarían con anticipación.

Ana ya estaba justo frente a la puerta y, después de escuchar a Elena, no la abrió, sino que primero miró por la mirilla.

En casa solo estaban ella y Elena, así que tenía que ser bastante cautelosa.

La persona que estaba fuera llevaba una gorra de visera.

La gorra estaba tan baja.

No se podía ver bien su cara.

Pero, por la figura, parecía ser una mujer.

—¿Quién es? — preguntó cautelosa Ana.

La persona afuera dijo: —Soy la vecina de abajo, necesito hablar con ustedes, ustedes son muy ruidosos, ¿acaso tienen niños en casa?

Ana se quedó pensativa. ¿La vecina de abajo?

Se volteó hacia Elena. —Mamá, ¿la vecina de abajo ha venido a buscarte antes?

—No, ni siquiera sé cómo luce. Ella dice que somos ruidosos, pero casi todos los propietarios en nuestro grupo tienen buena educación y no son tan ruidosos. Nosotras solo estábamos cenando y hablando, no hacíamos mucho ruido, ¿cómo es que dice que somos ruidosas? — Elena preguntó algo confundida.

Este edificio era de buena calidad y tenía buen aislamiento acústico.

—¡Atrevida!— Elena estaba a punto en ese momento de preguntar qué quería cuando de repente vio la cara de la mujer.

Ana también entró apresurada con el rostro serio.

Después de ver la cara de la mujer, se sorprendió por un momento y luego su expresión se enfrió aún más.

—¿Por qué siempre tú? — Elena frunció el ceño.

La mujer sentada en el sofá comenzó a observar detenidamente toda la casa, con un cierto desprecio en su mirada. —Escuché que ustedes abrieron una gran compañía, que los ingresos de las transmisiones en vivo no dejan de aumentar y que incluso alquilaron un edificio entero. Claramente tienen dinero, ¿por qué entonces, compraron una casa tan pequeña? ¿Por qué no una gran mansión?

Viendo que las dos personas solo la miraban estupefactas sin hablar, ella no se apresuró, soltó una sombría risa y continuó: —¿Están sorprendidas de verme? ¿verdad? ¿Pensaron que había muerto? Yo tengo buena suerte, no muero tan fácilmente.

—¿Cómo encontraste este lugar?— preguntó Elena con el rostro tenso.