Mi Matrimonio Inmediato con un Magnate romance Capítulo 1339

Hmm.

Aunque definitivamente no se comparaba con los sabores de un restaurante español externo o los preparados por una criada, el sabor era aún bastante bueno.

En esos tiempos, no había muchas jóvenes como ella que supieran cocinar y además cocinaran bien. No solo sabía preparar platos españoles, sino también otros tipos de comidas.

Y viendo cómo era Ana, definitivamente ella no sabía cocinar.

¿Compararse con ella? Simplemente no estaba a la altura para compararse con ella.

Cuando Alejandro terminó de comer, Verónica se dio cuenta, mientras recogía la mesa, de que los platos que Alejandro había elogiado apenas los había probado, y los demás tampoco habían comido mucho, solo un par de bocados.

Ella miró hacia Alejandro, quien ya estaba sentado en el sofá.

Él había dicho que estaba bueno, pero, ¿no estaba satisfecho con su cocina?

Después de todo lo que había hecho, ¿qué más podría desagradarle?

—Gonzalo, — no pudo evitar llamarlo en voz alta.

Alejandro levantó la vista y se giró hacia Verónica. —¿Qué es lo que pasa?

—Ah, nada. Solo estaba pensando en ti, — respondió Verónica, reprimiendo las muchas preguntas que quería hacer.

¿Con quién había tenido una cita Alejandro hoy?

¡Ella tendría que preguntarle a su asistente!

Media hora después.

Verónica dejó el apartamento.

En el auto, llamó al asistente de Alejandro: —Dime, ¿el presidente Gonzalo tenía una cita con una mujer hoy? ¿Quién era esa mujer?

Quizás debido a su interrogatorio directo, el asistente se quedó sin preparación.

Después de un momento, el asistente respondió rápidamente: —El presidente Gonzalo no tenía citas hoy, ha estado de viaje todo el día.

—¿En serio? — Verónica no lo creía.

¡Ella había tenido suficiente de esos días de preocupaciones y miedos!

—

Al día siguiente, la señora Marta se despertó por la mañana mucho mejor.

Al ver esto, Ana también se tranquilizó.

—Ya les dije que no era nada grave. Ustedes dos son demasiado cautelosos. No se preocupen, yo estoy muy saludable, — dijo la señora Marta con una sonrisa, mirando a Ana y a Marina.

Ana asintió. —Que la abuela esté bien es lo más importante. Si Verónica viene otra vez, la abuela puede rechazarla directamente. No hay necesidad de verla.

—También pienso lo mismo. Esa mujer realmente no necesita ser vista, — añadió Marina con fuerza.

Una mujer que solo sabía manipular, viniendo allí a amenazarlas, realmente tenía mucho descaro.

La señora Marta se río. —Está bien. Haré lo que ustedes digan. Si ella se atreve a venir de nuevo, la rechazaremos. Anita, ¿tienes más cosas que hacer hoy?

—He aceptado un trabajo de don Wálter. Estaré restaurando sus pinturas en casa cuando tenga tiempo durante los próximos dos meses, pero hoy tengo algo aún más importante que hacer, — respondió Ana.