Mi Matrimonio Inmediato con un Magnate romance Capítulo 1566

El asistente Eduardo chasqueó la lengua.

—¿Tan extraño?

¿Cómo podía un objeto maligno haberse transmitido durante tanto tiempo y aún permitir que una familia prosperara tan bien?

¿Entonces en realidad era un objeto maligno?

—¿Qué tipo de sueños has tenido que se han hecho realidad? —preguntó ansioso el asistente Eduardo.

Al escuchar esto, Victoria parpadeó por unos minutos, sus pestañas temblaron, y sus ojos se pusieron cada vez más rojos, a punto de llorar, pareciendo como si hubiera sido profundamente agraviada.

El asistente Eduardo, con frecuentes interacciones previas con mujeres, había desarrollado desde su experiencia en Arena Blanca una cierta resistencia a las lágrimas y la fragilidad; anteriormente podía haber sido algo compasivo y cariñoso, pero ahora se mostraba frío e indiferente por completo. Con una mueca, agregó: —Si no quieres decirlo, está bien.

—Después de que el avión aterrice, habla con mi esposa sobre la situación, —dijo enseguida Alejandro con un tono aún más frío.

Tras decir esto, continuó con los ojos cerrados.

Victoria la verdad no esperaba que la actitud de Alejandro fuera tan distante.

Solo la miró una vez.

Luego, con un simple comentario, le dijo que hablara con Ana.

Ella quería hablar era con él, no con su amada esposa Ana.

Esas historias sobre objetos malignos en internet le parecían ser algo demasiado fantásticas; ¿cómo podría haber algo tan fantástico en la realidad?

Muchas eran simplemente exageraciones intencionadas.

De lo contrario, ¿cómo podría Ana ganar dinero?

¿Cómo podría construirse una imagen tan impresionante?

Ella en realidad no lo creía.

Pero hasta ahora, era la única manera que había encontrado para acercarse a Alejandro.

—Está bien.

Ella accedió con cierta renuencia, pero las lágrimas aún rodaban de manera incontrolable por sus mejillas.

Temerosa de que Alejandro pensara que estaba siendo demasiado dramática, enseguida giró la cabeza.

Alejandro no dijo nada más.

Si había un problema, Ana lo vería con claridad.

Incluso si esto era un objeto maligno, no escaparía de los ojos de Ana.

—

Ana había llegado temprano al aeropuerto.

Se había tomado dos horas libres del trabajo.

Aunque había llovido un poco por la mañana, ahora la lluvia había parado.

El agua acumulada en las calles ya se había secado en su totalidad, por lo que el viaje al aeropuerto fue sin obstáculo alguno.

Mientras esperaba, envió un WhatsApp a Alejandro diciendo que había llegado.

Pronto recibió una llamada de Alejandro.