Mi Matrimonio Inmediato con un Magnate romance Capítulo 1568

Ana miró hacia Victoria.

Una joven de unos veinte años, extremadamente bonita, que irradiaba ese frescor juvenil propio de los ambientes universitarios.

Sin embargo, lo que en serio sorprendió demasiado a Ana fue que, entre ceja y ceja, Victoria tenía un ligero parecido con ella.

Observaba cautelosa tanto a Ana como a Alejandro, con un semblante que inspiraba una profunda compasión.

—Déjame verla, —dijo Ana con una voz suave.

Victoria, al observar de cerca a Ana, se sonrojó aún más. Había ciertos rumores de que Ana rondaba ya los treinta años, de manera impresionante era mayor que ella, y aunque a la distancia no era evidente, de cerca, Ana no parecía estar cerca de los treinta en lo absoluto.

Lucían casi de la misma edad.

Y a pesar de que decían que Ana se había criado en el campo, no mostraba ni un ápice de la rusticidad que a menudo se asocia con ese origen tan humilde.

Su manera de hablar también transmitía una calidez que hacía fácil sentirse cercano a ella.

No era de extrañar que los hombres se sintieran atraídos por impresionante Ana; incluso ella, en presencia de Ana, sentía que su rostro se teñía de cierto rubor.

Con un gesto algo torpe, sacó el amuleto y se lo entregó nerviosa.

Luego le repitió a Ana lo que había dicho previamente a Alejandro en el avión.

Después, observó cuidadosa cualquier cambio en la expresión de Ana.

Ana mantuvo un semblante muy sereno.

Examinaba el amuleto en sus manos con atención.

Era un amuleto de jade blanco que había sido reparado con dorado en los lugares donde antes había tenido grietas.

Aunque la verdad la calidad del jade no era de primera y parecía bastante común, no se podía negar que era una valiosa reliquia con muchos años de antigüedad.

Sin embargo...

—Esto no es un objeto malévolo. Lo que mencionas sobre los sueños que se hacen realidad quizás sea solo una coincidencia; no tienes que preocuparte demasiado por eso. Tal vez algo reciente en tu entorno te ha afectado en gran manera, es lo que comúnmente se dice: De día piensas, de noche sueñas. Relaja tu mente, —le explicó en detalle Ana.

Ella no tenía la grandiosa suerte de Ana, ni el amparo de Alejandro, por lo que los problemas a los que se enfrentaba tanto ella como su familia solo podían ser resueltos por sí mismos.

Para salvarse.

Por lo tanto, Ana no comprendía la situación real de ella.

—

Después de unos días sin verse.

El hombre que había proclamado en el aeropuerto que había adelgazado llegó a casa. Lo primero que hizo no fue comer.

Al contrario, insistió en tomar un baño con Ana.

Luego hicieron el amor apasionadamente durante varias horas.

Ana quedó exhausta.