Mi Matrimonio Inmediato con un Magnate romance Capítulo 157

No podía dejar de mirar a Anita.

—¿La abuela cocina ella misma? —preguntó Ana inmediatamente.

Dado el estado de salud de la abuela García, solo debería descansar y evitar actividades agotadoras. Sería mejor dar ocasionalmente un paseo al aire libre, contactar con la naturaleza y respirar aire fresco.

Doña García, viendo la preocupación de Ana, sonrió y dijo: —Sí, hoy me siento bien y quería cocinar algo. No te preocupes, he estado mucho mejor estos últimos días. Ahora, al verte a ti y a él aquí para celebrar mi cumpleaños, estoy aún más feliz.

—Este es nuestro regalo de cumpleaños para ti. —Alejandro colocó la joyería en la mesa y añadió—: Anita fue quien la escogió.

Al principio, abuela García no mostró mucho interés; Alejandro siempre escoge lo más caro sin pensar. Si no tiene una idea clara, ¿por qué escoger un diseño? Él realmente no sabe lo que a las mujeres les podría gustar.

Pero al escuchar que Anita lo había escogido, lo tomó inmediatamente y sostuvo el collar en sus manos, reacia a soltarlo.

—¡Es precioso! Es la joya más hermosa que he recibido en años. Vamos, ayúdenme a ponerme el collar.

—Si a la abuela le gusta, eso es lo importante, —dijo Ana, ayudándola a ponerse el collar.

Abuela García, mirándose al espejo, encantada, dijo: —Es precioso, ¡el gusto de Anita es excepcional! Se ve bien con solo sostenerlo, pero puesto se ve aún mejor.

—También compré un conjunto de ropa para la abuela, que Antonio lavará y luego veremos si te queda bien, —agregó Ana.

Abuela García se sintió muy conmovida: —Perfecto, Anita siempre piensa en todo. He estado enferma últimamente y no he tenido chance de ir de compras; ya estoy cansada de mi ropa.

—En unos días, cuando te sientas mejor, iré contigo de compras, —consoló Ana.

—Eso estaría bien, me encanta que me acompañes. La comida se va a enfriar y ustedes deben tener hambre. Comamos primero, —dijo abuela García, sentándose con una gran sonrisa.

La anciana no era fanática del pastel, por lo que nunca preparaban uno para su cumpleaños.

Además, no le gustaba estar rodeada de mucha gente, solo disfrutaba celebrar con sus seres más queridos.

Aunque era un cumpleaños tranquilo, no dejaba de ser cálido y especial.

Después de la comida, abuela García estaba ansiosa por probarse la ropa que Ana le había comprado.

—Ale, mira qué hermosa es la ropa que Anita me compró. Me da un aire elegante, ¡como si hubiera rejuvenecido más de una década!

Luego, Ana siguió acompañando a abuela García a ver un programa de televisión sobre el amor.

Ambas estaban muy involucradas.

Antonio había preparado frutas y bocadillos.

En realidad, era más para Ana, ya que abuela García, después de comer, no tenía espacio para más, y mirar televisión era más bien una manera de digerir la comida.

Alejandro, que raramente se ausentaba de su estudio en el piso superior, también se sentó en un sofá cercano. Observaba cómo Ana y su abuela especulaban sobre la dirección del programa.

Ana parecía muy relajada junto a su abuela. Su risa era genuina, como la de un niño, llenando la casa con su alegría.

Era mucho más natural y encantadora que cuando estaba solo con él.

El hombre entrecerró los ojos, proyectando una imagen de ascetismo frío.

Ana, sin quererlo, encontró su mirada.