Mi Matrimonio Inmediato con un Magnate romance Capítulo 159

En cada una de las innumerables familias se respira un ambiente cálido; aunque la gran riqueza esté lejos de ellos, no carecen de felicidad en sus vidas.

Alejandro mostraba un creciente interés: —¿Desde niño te gustaba pelear?

Ana se sonrojó de inmediato: —Me has visto pelear varias veces, pero siempre fueron situaciones especiales. José y Carmen fueron quienes provocaron. Antes, quería considerarlos familia y trataba de llevarme bien con ellos pacíficamente, pero ahora ya no tienen ningún lugar en mi consideración. Si no actúo para enseñarles, solo se volverán más desvergonzados.

Si no fuera por una sociedad regida por leyes, ella podría haber hecho cosas aún peores.

Las experiencias pasadas le habían generado a Ana un profundo odio hacia esa familia.

Alejandro, por supuesto, notó el odio de Ana hacia la familia González y una sonrisa se dibujó en sus delgados labios: —Ellos te molestaron; de hecho, cavaron su propia tumba. La familia González pronto se declarará en bancarrota, ¿es eso lo que quieres?

—Por supuesto, eso es exactamente lo que quiero —Ana no ocultaba sus intenciones.

Ella nunca pensó en mantener una fachada de hipocresía frente a Alejandro.

En esta vida, nunca perdonaría a la familia González.

El día que registraron su matrimonio, ella lo dejó claro a Alejandro para que cesara toda colaboración con la familia González y retirara todo el apoyo que les había ofrecido.

Ella esperaba, esperando a que la familia González cayera de su alto estatus y experimentara el sabor de estar en el fondo.

Alejandro sonrió levemente: —Está bien.

Parecía que Alejandro estaba de buen humor hoy. Ana pensó que quizás él quisiera terminar el acuerdo antes de tiempo y así mostrar un poco de buena voluntad.

Todo para que, en el momento del divorcio, no hubiera nada de qué preocuparse.

—Señor García, hay algo que quiero discutir contigo primero —dijo Ana.

Al escuchar el nombre "Señor García", Alejandro frunció el ceño: —Mhm, dime.

—No le he dicho a mi familia que estoy casada, pero la última vez que vi a mi hermano, él lo sospechó, así que solo pude decirle que me había casado. Desde entonces, él ha querido conocer a la persona con quien me casé. Sé que no puedes ir a verlo, así que planeo encontrar a alguien en internet que me ayude —dijo Ana.

Se sintió más contento: —Sí, gracias.

Ana colocó una almohada en sus rodillas:—Acuéstate aquí.

Alejandro miró a Ana y luego a la almohada en sus piernas, un atisbo de emoción brotando en sus ojos, sin darse cuenta.

Bajo el suave masaje de Ana, Alejandro se quedó dormido.

Cuando despertó, ya era la mañana del día siguiente, a las seis en punto.

Una noche sin sueños.

Al abrir los ojos, Alejandro sintió un breve deslumbramiento, como si hubiera estado soñando.

Su mirada se posó en el rostro aún dormido de Ana a su lado, su cara blanca y suave adornada con una ligera sonrisa.