Mi Matrimonio Inmediato con un Magnate romance Capítulo 1597

En plena noche.

El dormitorio estaba sumamente tranquilo.

Solo resonaban las sutiles respiraciones uniformes de dos personas.

Ambos dormían con profundos.

Sin embargo, Alejandro de repente se asustó.

En ese instante, parecía como si alguien lo hubiera arrastrado hacia una pesadilla.

En el sueño, él y Ana discutían con vehemencia.

Las miradas que intercambiaban resultaban ser muy extrañas, llenas de un gran resentimiento y odio mutuo.

Ese odio tan luminoso lo asustaba demasiado.

—¡No discutían!

—¡Era un sueño! ¡Un sueño que no podía ser real! ¡No puedo dejarme afectar por este sueño!

Él mismo se decía estas palabras en el sueño.

Sin embargo.

En el sueño, él y Ana se miraban fijamente.

La expresión en sus delicados rostros era increíblemente extraña.

Tan inusual que Alejandro de pronto sintió como si alguien le oprimiera con fuerza el pecho, lo que lo hizo abrir los ojos de forma abrupta.

El sueño era demasiado realista.

Como si la realidad hubiera invadido el sueño.

Esas dos caras conocidas, y su mutuo desprecio, eran tan evidentes.

Este sueño lo había tenido varias veces a lo largo de los años.

Pero cada vez era diferente, pues cada vez él veía con mayor claridad el desprecio mutuo entre él y Ana.

Justamente ahora, en el sueño, él y Ana parecían enemigos jurados.

Estaban impregnados de un odio que no descansaría por completo hasta que uno de los dos muriera.

Un sueño que había hecho que Alejandro se cubriera de sudor todo su cuerpo.

Al escuchar a su hermosa madre, Victoria respondió a regañadientes: —Mamá, no tengo apetito, coman ustedes.

Bianca, desde la puerta, no se retiró tras escucharla, sino que preguntó con gran preocupación: —Victoria, ¿ha ocurrido algo? Dijiste que ibas a trabajar junto al presidente Enrique y ya llevas un tiempo en eso, ¿acaso el presidente Enrique te ha tratado mal? ¿Te ha obligado a hacer algo que no te gusta? Le pregunté a tu papá y él no ha dicho nada, solo ha mencionado que el presidente Enrique no maltrata a sus empleados, pero... Siempre estoy preocupada por ti.

—Mamá, soy asistente del presidente Enrique, el trabajo es algo arduo, no te preocupes por eso. Simplemente... Estoy un poco deprimida, no te afanes, —explicó Victoria.

¿Cómo podría decirle a su madre que el presidente Enrique estaba presionándola?

De hecho, su padre lo sabía todo y se callaba.

Pero su padre no lo impedía, tal vez tampoco podía hacerlo.

El destino de toda su familia estaba en manos del presidente Enrique.

Y ella no debería estar viviendo siempre con tanto temor, preocupada por si el presidente Enrique perjudicaba a su familia, cuando debería estar siendo cuidada y valorada.

¡Sin embargo, alguien cambió su destino, y el de Alejandro!

Justo entonces, en ese momento sonó su celular.

Al mirar, vio que era el presidente Enrique.

Su rostro palideció al instante y su mano temblaba mientras sostenía el celular.