Mi Matrimonio Inmediato con un Magnate romance Capítulo 1605

Tanto para la familia González como para Carlos, el daño que le infligieron fue de cualquier punto de vista que se le mirara, totalmente inconcebible.

Él sabía muy bien qué tipo de persona era ella, y por eso comprendía cuánto dolor sentía al tener su sinceridad siendo pisoteada de la peor forma por estas personas, especialmente después de haber empleado sus propias piernas para salvar a su madre biológica, solo para recibir a cambio un trato cruel y humillante.

Afortunadamente, ella obtuvo otra oportunidad para comenzar de nuevo.

Y él también pudo casarse con ella gracias a todo lo ocurrido.

Después de un rato, Ana continuó revelando algunos detalles más que conocía sobre Alejandro.

—Entonces, ¿aceptaste casarte conmigo al principio solo por agradar a tu abuela?

—Al principio fue así. —Recordó Ana, al referirse al momento en que ambos obtuvieron su certificado de matrimonio.

En aquel entonces, Alejandro solo tenía suposiciones sobre ella.

Y juntos, habían protagonizado varias situaciones cómicas.

Alejandro añadió: —Tanto Edgardo como algunos expertos más que consulté antes de encontrarte, me habían predicho que no me casaría en esta vida. Así que, el hecho de que esté contigo es solo porque eres tú. En cuanto a lo que dijo Victoria, la verdad nunca lo creí.

Incluso si no hubiera conocido a Ana en esta vida, Victoria definitivamente no sería el tipo de persona que a él le agradaría.

...

Victoria, al regresar a casa, ignoró por completo los saludos de su familia, como si no los hubiera escuchado, y se dirigió enseguida a su habitación.

Luego cerró la puerta con llave, impidiendo que alguien más entrara.

Aunque su familia no entendía muy bien qué estaba pasando, todos sabían que Victoria debía estar enfrentando una serie de dificultades últimamente.

Así que solo se miraron unos a otros, decididos a no molestarla demasiado.

Cuando Victoria entró en su habitación, se tumbó angustiada en la cama.

Después de quedarse en blanco por un largo rato, empezó a arrancarse frenéticamente una pulsera de la mano.

La pulsera era bastante delicada.

En el centro tenía incrustado un calabacín de lapislázuli.

Y la parte trasera de dicho calabacín estaba incrustada en oro.

Ella apresurada comenzó a buscar en los registros de llamadas de su teléfono.

Necesitaba encontrar a Eduardo.

Y necesitaba también ver a Alejandro.

Cuando Eduardo vio quién era la persona que llamaba, se sorprendió un poco.

Él era capaz de recordar los números de teléfono que marcaba sin problema.

Los recordaba fácilmente.

Y al ver el número, supo quién era.

Después de todo, fue una llamada que él había realizado ese día.

Lo pensó por un momento y luego decidió contestar.

—Señorita Victoria, ¿dígame necesita algo?