Mi Matrimonio Inmediato con un Magnate romance Capítulo 1693

Su actuación superó todas las anteriores.

—Esta silla, ¿la compré yo, verdad? Jugaba con ella como me placía. No actuaras aquí, Ignacio, mejor llévatela ya antes de que perdiera la cordura; con mi depresión y todo, podría haber terminado quemando nuestra casa. Podría haberme suicidado, o quizás haber ido a visitar a Teresa. Habría sido mejor que quedarme aquí soportándolos a ustedes dos —Haila habló con una risa fría.

¿Así que se atrevía a actuar aquí?

Entonces, que se hicieran daño mutuamente, ¿qué tenía que temer?

¡Las personas que no le gustaban, que no esperaran nunca cruzar esa puerta!

La mención de la depresión disipó de inmediato el enojo en los ojos de Ignacio, y al oír lo del suicidio y Teresa, se acercó rápidamente y le agarró el brazo a Haila. —¿Sabías algo de Teresa? ¿Se suicidó?

—¿Ella te dejó y aún se comunicaría conmigo? Aunque lo hiciera, yo no me habría atrevido a hablar con ella. Soy yo quien quería suicidarse, no ella por un hombre. Ella podría mejorar su vida, ¿por qué se suicidaría? Yo consideraba el suicidio porque pensaba que morir sería más divertido; vivir era demasiado asqueroso —Haila respondió con una sonrisa que no era sonrisa.

No temía en absoluto provocar a Ignacio.

Se habían apoyado mutuamente durante tantos años y se conocían bien.

Ella pensaba con frecuencia en el suicidio porque realmente sentía que la vida no tenía sentido. Solo para no entristecer a Ignacio ni preocupar a sus amigos, había aparentado ser muy positiva y había estado viendo a un psicólogo en secreto durante esos dos años; su depresión tampoco había mejorado, solo estaba reprimiendo sus pensamientos suicidas tanto como podía.

Al decirlo, se sintió aliviada.

Denisse rodó los ojos internamente, ¿suicidio? Como si alguien lo creyera.

—Ignacio —dijo de repente, mirando a Denisse—. Tú vete primero.

Denisse se quedó atónita. —Ignacio, yo...

Denisse mordió su labio rojo y volvió a mirar a Ignacio; al ver que él no la miraba, no le quedó más remedio que seguir al chofer.

Podía aprovechar esa oportunidad para regresar al lugar donde usualmente se encontraban.

De repente, Haila dijo con voz fría: —Este auto, ¿se lo regalé a Ignacio, cierto?

Ella había escogido el auto cuidadosamente, solo para dárselo a Ignacio como un regalo de cumpleaños.

Denisse se detuvo bruscamente.

Haila miró fijamente a Ignacio. —Solo una pregunta, ¿ella había estado en este auto antes, ustedes se habían acariciado aquí dentro?

Ignacio tomó una profunda inhalación. —Hailita.