Mi Matrimonio Inmediato con un Magnate romance Capítulo 173

No es imposible.

Manuel claramente no confía mucho en esta posibilidad, pero se mantiene absolutamente optimista. —¡Jajaja, no importa! No importa si nos hemos equivocado, lo importante es que estos dos días han sido increíbles.

Sin darse cuenta, Ana ya ha lavado y cortado todos los ingredientes necesarios para los platos e incluso ha tratado y marinado la carne.

Después de mirar el reloj, ella llama a Alejandro.

—¿A qué hora crees que llegarás a casa?

Alejandro está jugando baloncesto con unos amigos, se seca el sudor de la frente y mira el reloj. —Estoy a punto de irme, llegaré en una hora más o menos.

—Me tengo que ir —dice Alejandro a Caio y a los demás.

—¿Por qué tan pronto? Podemos jugar otra hora —sugiere Caio.

Es raro que todos tengan tiempo hoy, justo se habían reunido para jugar.

Alejandro niega con la cabeza. —Tengo planes esta noche.

Caio levanta una ceja, nota la sonrisa en los labios de Alejandro y de inmediato adivina. —¿Vas a casa?

—Sí.

Caio pregunta en voz baja. —¿No decías que no te gustaba Ana? No pareces actuar así.

Alejandro contiene su sonrisa. —Tú no entiendes.

Luego, se va con pasos largos.

Caio frunce el ceño, ¿quién es el que no entiende?

——

Dentro de la Villa Estrella del Mar.

Tan pronto como Alejandro abre la puerta, huele los deliciosos aromas de la comida.

Probablemente por el cansancio del juego, ya tenía hambre en el camino a casa.

Ahora, al llegar y oler esos atractivos aromas, siente un apuro interno.

Al entrar y ver la mesa ya servida con varios platos.

Su habilidad culinaria no puede compararse con la de los grandes chefs de los restaurantes lujosos, pero hay un sabor casero en sus comidas. Alejandro ha comido varias veces lo que Ana prepara, siempre son platos sencillos pero deliciosos, que perfectamente acompañan el arroz, haciéndole comer más de lo usual.

Después de jugar baloncesto toda la tarde, ha quemado bastantes calorías, así que no hay problema en comer un poco más esta noche.

Ana sirve el Guiso de Pescado que acababa de preparar y ve a Alejandro. —¡Ya llegaste!

Alejandro, ligeramente afectado por el alcohol, no siente gran cosa.

Ya sabía que Ana no bebía, pero ahora parece claro que realmente no puede beber.

Un poco de alcohol y ya está ebria.

Sin embargo, en su estado desinhibido, se ve algo torpe y encantadora, sus labios brillan con el lustre del vino. Sin saber por qué, se muerde el labio inferior, una acción inadvertidamente seductora.

—No deberías beber así con cualquiera —aconseja Alejandro con un tono de voz ligeramente grave.

Ana, contrariada, especialmente bajo la influencia del alcohol, cuando su cerebro no responde bien y su espíritu rebelde es más fuerte, replica: —No, quiero beber con otros, ¿no te sorprendería saber cuánto puedo beber realmente?

—¿Tu capacidad para beber? —Alejandro, con una mirada profunda, no puede evitar reírse.

¿Con ese pequeño aguante para el alcohol, asustar a alguien?

Ana extiende una mano, su dedo índice brillante y suave. —Adivina, ¿qué significa esto?

Alejandro dirige su mirada hacia ella. —¿Oh? ¿Qué significa?

Ana, ebria, es como un gato perezoso.

—La respuesta es tan obvia, ¿cómo no puedes adivinarla?