Mi Matrimonio Inmediato con un Magnate romance Capítulo 214

Ana negó con la cabeza.—Ah, no estoy cansada.

Dudaba si debía ir a comprobarlo.

Después de todo, el sonido que había escuchado venía del pequeño bosque cercano, no se escuchaba con claridad.

En la ciudad A, había muchas personas con el apellido Campos.

Desde su regreso, Ana había desarrollado una nueva perspectiva sobre la naturaleza humana y sentía cierta preocupación en términos emocionales.

Era posible que...

Le preocupaba Beatriz. No quería que Beatriz experimentara lo mismo que ella había vivido. El sentimiento de ser traicionada por alguien amado y de confianza era casi tan doloroso como ser despellejada viva.

—¿Te asustaste?—preguntó Alejandro de nuevo.

Sabía que últimamente Bryan se había acercado mucho a su secretaria y había venido aquí varias veces.

No esperaba que esta vez Bryan trajera a alguien para jugar con fuego al aire libre.

Si seguía así, Alejandro pensaba que Bryan se arrepentiría profundamente en algún momento.

—Ah, no, solo me arrepiento de no haber entrado a mirar,—Ana dejó escapar su pensamiento sin querer.

Si hubiera entrado a tiempo, podría haber atrapado a Bryan en el acto.

Alejandro bajó la cabeza, sus profundos ojos miraban a Ana con una voz baja y sensual, diciendo: —Tienes un corazón salvaje, ¿quieres saber cómo se siente jugar en el bosque?

Mientras hablaba, se aflojó un poco la corbata.

Sus palabras parecían prender fuego en su garganta.

Haciéndola cosquillear y secarse.

Su nuez de Adán se movió ligeramente.

Ana levantó la vista y vio cómo la nuez de Adán de Alejandro se movía ligeramente.

Alejandro, frente a ella, era sin duda uno de los hombres más atractivos que había visto. Incluso su nuez de Adán parecía sexy.

Sus mejillas se calentaron, y con determinación dijo:—No pienses cosas raras, señor García. Te doy un consejo sincero, no lo intentes. Hay orugas en los árboles, y cuando el tronco se sacude, las orugas caen. Además, en verano hay mosquitos en el bosque y todas las partes expuestas serán mordidas por ellos. Y... es fácil que te descubran.

Alejandro no pudo evitar sonreír.

Hace un momento, pensaba que ella era tan inocente como una colegiala.