Mi Matrimonio Inmediato con un Magnate romance Capítulo 442

La enorme villa, caótica tanto por dentro como por fuera.

La villa, que alguna vez fue limpia y ordenada, estaba desordenada porque no había sirvientes para limpiarla.

Carmen miraba todo el desorden frente a ella; su cabeza dolía tanto en estos días que no podía calmarse.

Su sueño de ser la señora presidenta, su sueño de ser la niña mimada de la familia González, ¡todo estaba destrozado!

La familia González no tenía nada.

José y Sergio, ambos pálidos, escuchaban cómo los gritos afuera se transmitían claramente hacia el interior.

Aunque José era su hermano mayor y siempre había sido muy protegido por la familia, entró a la empresa después de graduarse sin haber enfrentado muchas dificultades; esta era la primera vez que enfrentaba un cambio tan drástico.

Era como caer del cielo al infierno en un instante.

Los ojos de José estaban rojísimos. —Nadie debe abrir la puerta, ¿entendido? Esperaremos a Gustavo para que maneje esto. Además, Gustavo dijo que nuestra villa tiene que ser vendida para pagar las deudas; cuando no haya nadie afuera, nos mudaremos con mamá a la vieja casa donde vivieron mis padres hace más de veinte años.

Esa vieja casa era muy antigua, por eso Diego no la vendió; se anunciaba que se conservaría como un recuerdo.

—La vieja casa... José... ¿Realmente la familia González ha llegado a este punto? ¿Esas deudas no se pueden pagar con todo el negocio? Además, ¿no dijiste que ibas a abrir una empresa? Ahora, ¿hay dinero para eso?— Carmen se llenó de pánico de repente.

Sergio miró a Carmen con una mirada complicada. —Deja de soñar, ¿no ves en qué situación estamos? La familia González está acabada. Quién sabe qué pasará en el futuro; las deudas son enormes. ¿Cuánto dinero se puede obtener de una empresa en bancarrota? Ahora esta villa tampoco vale mucho.

—Hablemos de abrir una empresa más adelante; primero resolvamos los problemas actuales,— dijo José, tomando una profunda respiración, con una sensación de impotencia.

Su familia realmente estaba acabada.

Después de hablar, dejó el pan y el agua en la mesita de noche con desdén. Laura solo estaba paralizada de la cintura para abajo; podía mover sus manos. Carmen no quería quedarse ahí oliendo el mal olor mientras Laura comía.

Ella estaba muy molesta.

Consideraba a Laura una carga.

Alrededor de las ocho de la noche, cuando había menos gente afuera, Gustavo regresó.

Al ver el caos en la casa, la cara de Gustavo se oscureció como el carbón.

Había sido interrogado por la policía durante mucho tiempo, sabía que había gente en la puerta de su casa, y había estado ocupado afuera intentando solucionar las deudas lo antes posible.